domingo, 22 de agosto de 2010

Sicilia en flor (I)


1. El camino a Agrigento


El naranjal me abruma.

A tu costado, brilla la noche
y brilla el viento cálido
que trae liviano el aire
en ese potro de albahaca de las islas.

Viene del mar el viento;
trae de más allá del mar arenas de silencios.

Caminemos la noche de este día
que el naranjal me abrumará de salvia,
cuando lleguemos a Agrigento.



2. La fuente de Selinunte


¿Recuerdas?

En el invierno,
junto al fuego de encinas y naranjos,
reías con mis manos callosas y ateridas,
mientras el viento
silbaba entre columnas y ruinas.

Volví a Selinunte en esta primavera.

Y vi una fuente.

Oí sus aguas breves, puras,
refrescarme los ojos
de la sal de estos mares.

Y recordé tu risa,
simple y clara
como esta fuente en Selinunte.



3. Viñas de Naro


Subí hasta Naro en junio
con pies de promesante.

Camino de san Giovanni,
entre almendros y olivos,
las tímidas majadas en los montes,
el corazón del cielo
entre huertas y piedras de milenios,
y el dolor y la paz de catacumbas.

Nada me dijiste de las viñas de Naro,
y me escondiste el rojo de sus vinos.

Ahora, en la tarde de un día,
miro Naro desde la altura
del inexpugnable Chiaramonte.

Y bebo, en una escudilla de madera,
y disfruto el tiempo en que, sonriendo,
pueda decirte
que he descubierto el vino de Naro.