martes, 1 de julio de 2008

El rengo (II)

Hace unos días pensaba en el lío lírico que sería hoy tener que rimar cosas tan ásperas y malsonantes.

Y mire usted por dónde, mi amigo, viene el apóstol rengo que mentaba recién y hace su aporte, interpósita mano, eso sí.

Es chusco el verso, vea, porque al fin de cuentas es un fraile mediterráneo, franciscano, apóstol de indios, hijo de campesinos y campesino él mismo. Y no un sociólogo de la UBA. Se entiende, claro.


Dános la paz en la guerra,
Don Fray Junípero Serra,
que sí y que no con la soja,
señor de la pata coja.

Tú entre los indios amigo,
apóstol de tierra y trigo,
refrigera al infeliz,
predicador del maíz,
que estamos en estas zanjas,
cultivador de naranjas,
meta y ponga disparate,
hortelano del tomate.

Somos hierro en la bigornia,
fundador de California,
y nos machacan a mazo,
beato fraile buenazo,
entre usura y retenciones,
caminador de misiones
la avidez y la avivada,
padre pastor de Ensenada.

Al fin de todo aquí vengo,
mallorquín sencillo y rengo:
y ofrezco un durazno prisco,
hijo del padre Francisco,
pidiendo tu intercesión,
portador del azadón,
a ver si este mundo acata,
socio de la mala pata,
lo que tu Rey hizo ley,
maestro de Monterrey.