sábado, 23 de agosto de 2014

Mi Eugenia



Ah, si la sangre, que te brota, fuera
como un rayo sin voz de luz erguida,
qué no daría yo si, florecida,
me cantara tu luz la primavera.

(Ah, si la vida entera fuera vida,
y aunque la muerte me rodeara fiera,
qué no daría yo en esa espera
de cada hora siempre bienvenida...)


Por esa luz de paz, que hay en tus hojas,
tengo en los ojos viejos esperanza,
hasta ser uno con tu sangre verde.

Ah, esa alegría de tus hojas rojas,
que al tiempo ingrato desafía y muerde,
es casi todo lo que hay. Y alcanza.