martes, 27 de junio de 2017

Libre la torcaza


Cobijada en el laurel,
junto a un púrpura de salvia,
gris como el cielo llovizna
su arrumaco la torcaza.

La tarde la ve posarse,
la recibe hospitalaria,
le sosiega el viento arriba,
le arulla flores de calma
y de un amarillo quieto
luce modesta sus galas.

Pronto la noche se allega,
de negro la noche llama
a la puerta del jardín
y al filo de las ventanas.

La paloma está despierta.
La noche no dice nada.

Ya se ha bajado hasta el suelo,
va al jazmín de la enramada.
Y como haciendo querencia
en un huequito de grama,
la palomita suspira
no más por no estar callada.

Nadie la invitó a quedarse
ni le dice que se vaya.

No la retiene la luz
de la tarde o la mañana,
ni la noche sin la luna
ni el jardín que en sombras pasa.

Está porque quiere estar
entre el laurel y la salvia.

Y será una noche o dos,
todo un año, una semana,
un mes, otra tarde, un día...

Y se irá cuando le plazca.