Busque el que quiera, por ejemplo, en The Times de esa fecha y allí estará.
Ahora bien, cuando se lee con atención se ve que hay una pregunta flotando, molesta, perturbadora: ¿qué diantres es lo que hace que los humanos seamos humanos y no monos?
¿Saben hasta dónde llegaron? Hasta esto: entre las ratas, los cerdos y los monos hay similitudes y diferencias genéticas. Y entre todos ellos entre ellos y por separado con el el hombre, también. Y entre el hombre y el chimpancé hay diferencias que no se sabe cómo explicar.
No parece un mal principio. Si tuviera algún final.
* * *
Y hablando de evoluciones y otras mímesis, mientras los sabios siguen enroscados en la cadena de ADN, echémosle una mirada a la promisoria masonería que crece y crece en la Argentina, incontinente y bullente de filantropía.
¡Atentos, sin amontonarse! Los que se apunten para asociarse, sepan que lo mejor es ser respetable y en lo posible -aunque la cosa viene peliaguda últimamente- no sean mujeres. Parece que una gran maestre con rouge, va a tener que esperar. Nada de sacerdotisas.
¡Qué firmeza doctrinaria, qué coraje, qué tradicionalismo!
Mirá vos qué tipos serios y consecuentes habían resultado ser estos libres y aceptados masones...