jueves, 28 de julio de 2005

Mandamientos: más vueltas a la noria

No puedo sino repetir, por una parte, la advertencia de la entrada anterior.

Y, a esta altura, creo que voy dejar de repetirla. Cuando vean el título, sabrán a qué atenerse y obrarán en consecuencia.

Pero, por otro lado, aquellos que han pasado adelante han sido tan pacientes y comprensivos, hasta generosos con sus colaboraciones, que no me siento del todo culpable.

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Me da vueltas en la cabeza una idea que necesita más desarollo.

Creo que no se trata tanto de pulir, con acuidad y destreza, un decálogo impecable. Un decálogo de diez o de seis mandamientos, tanto da.

La cuestión de fondo no es tanto ésa. Lo que tal vez importa es ver, en primer lugar, que hay una cierta ansiedad cósmica, global: tener un credo, una convicción, una creencia, una ideología.

Tener una religión, por decirlo en términos clásicos.

Es imposible para el hombre substraerse a esa tentación. Es la primera tentación humana, si vamos a ver. Es la primera advertencia divina: "Yo he hecho una criatura a mi imagen y semejanza y tú no debes hacer una criatura a tu imagen y semejanza."

Sin embargo, parecería que ahora se trata de buscar datos en diarios y revistas, en tendencias socioeconómicas o científicas o políticas. Ver líneas culturales, antropologías, filosofías, la historia.

Es claro -veo- que podría tratarse este asunto de la nueva religión y los nuevos mandatos, liturgias y sacramentos, haciéndose bonitamente el distraído y eliminar toda referencia trascendente. Y tratarlo como un amasijo de culturas y de líneas históricas inmanentes, o de puntos de vista que pueden o no ser lo que se llamarían puntos de vista religiosos, pero que en todo caso no deberían valer en cuanto religiosos sino en cuanto tendencias o puntos de vista.

Podría decirse que el asunto mejor se trataría pretendiendo, haciendo como si no fuera necesario ni conveniente un tratamiento en modo alguno religioso: no hace falta llegar a eso, nadie está pensando en eso.

Pero.

Hay, por lo menos, dos objeciones a esto.

La primera, en mi caso, es que soy cristiano de nacimiento. Tendría que poner cara de que no lo soy y de que no pienso las cosas que pienso y cómo las estoy pensando.

A quién, sin embargo, me pregunto, le serviría el punto de vista de alguien que no está diciendo lo que ve ni como lo ve y que está tratando de ser quien no es. En todo caso, mis puntos de vista están amasados con harina cristiana, por manos cristianas, con agua y sal cristianas. Van camino a un horno cristiano, calentado por fuego cristiano que procede de leños cristianos.Y no sólo culturalmente cristianos.

Eso -como da vergüenza aclararlo, por lo obvio que resulta- no me transforma automáticamente en un santo, ni en un doctor de la Iglesia. Ni siquiera en un buen cristiano. Pero sería demasiado negar si negara que habla un cristiano.

La segunda objeción es más grave. Si toda esta cuestión no se tratara de un asunto religioso, ya lo sabríamos. Y es casi lo primero que sabríamos y desde hace mucho tiempo. Sin embargo, no hay nadie que trate la cuestión de otro modo. Nadie parece poder -o querer- sustraerse al hecho de que ha de haber una religión o cualquier religión o forma semejante a una religión que reemplace a una religión.

Porque a esa explicación totalizadora de todas las cosas en su origen y en su fin, a esa necesidad de fundar un código de comportamiento, de relación con los otros y con todas las cosas (desde los semáforos hasta las ballenas...), a eso se lo llama por costumbre una religión. Y no porque eso sea lo más que puede dar una religión, sino porque es lo menos que da.

No hay ninguna religión que no dé una explicación al comienzo. Y un código entremedio. Y una explicación al final.

Por lo menos eso.

Y cuando alguna corriente de pensamiento, escuela de respiración, grupo de meditación, o lo que fuere, hace esto mismo, por eso mismo que hace es considerada una religión o la alternativa a una religión (es decir, 'otra religión') o la substitución de una religión (es decir, 'otra religión') o el complemento de una religión (es decir, 'algo además de y compatible con una religión')

* * *

Por otra parte, otro asunto que me da vueltas es la naturaleza de un mandamiento. Y su origen, su procedencia, de dónde puede salir.

Aquí la cuestión necesita más desarrollo todavía. Porque creo ver que, en realidad, el tipo de religión que podría uno imaginar como substituta de la cristiana -al fin de cuentas de eso estoy hablando- ya está -como apuntaba ayer- delineada. Y otro tanto pasa con los mandamientos.

Si uno mira con atención -y no me parece que se necesite demasiada- las propias Sagradas Escrituras, del Génesis al Apocalipsis, creo que verá que dicen con bastante largueza y claridad cuáles son aquella religión y aquellos mandatos que se oponen a los que Dios dice en las Escrituras que son los Suyos.

(Otro tanto podría decirse de la ingente literatura teológica, filosófica y literaria al respecto, por supuesto.)

Lo que estoy diciendo es que ya está dicho cuáles serán esa religión y de qué están hechos esos mandatos, que esa misma religión señalará incluso como salvíficos.

Y más aún. Me parece que están señalados con bastante detalle especialmente en el Nuevo Testamento, en los Evangelios (Hechos, Cartas y Apocalipsis, incluídos); y entre ellos, más próximamente, en los tiempos de la Vida Pública de Jesús, y más especialmente todavía, en los tiempos de la Pasión, la Muerte, la Resurrección y la Ascensión de Jesús.

Ya alguna vez he apuntado esto mismo, no creo que pudiera haberlo hecho sino de la mano de San Pablo y de San Hilario, recuerdo ahora, por ejemplo, hablando de las implicaciones de aquel Sueño de Adán y su exégesis tipológica.

En definitiva, lo que digo es que el modelo de los substitutos está más que bocetado: está definido. La naturaleza de esa religión, sus gestos, sus liturgias, sus rituales y sus líneas doctrinales, están allí. Y allí están contenidos sus mandamientos también.

Creo que si uno mira con atención, los verá. Pero, hay que mirar y verlos. O, mejor dicho, mirar y que se hagan ver.

Esto supone que ha de entenderse claramente -literalmente- aquello de que "si esto han hecho con la leña verde, imaginen que se hará con la leña seca."

Lo que se haya hecho por torcer -y aun eliminar- el modo religioso propio de Jesús, es lo que se hará cuando se establezca un modo substituto. Lo que se ha hecho por suplantar sus mandatos, o malversarlos sin suplantarlos, eso mismo se hará.

Y se hará, creo, tal como se le hizo a Él, como se hizo con Él y en Él.

Creo que, en muy gran medida y en aspectos substanciales, el Cuerpo sufrirá lo que ha sufrido la Cabeza. Y no es que se trate de una creencia creativa. Es lo que se ha dicho.

Está claro que el tiempo que corre de la Pasión en adelante, respecto de la vida de Jesús en la tierra, debe ser considerado su tiempo final.

La vida de la Iglesia en la historia, la vida de la fe cristiana, del cristiano en la historia, tanto a lo largo de la historia como, por fuerza, al final de la historia, no pasará por menos cosas ni por cosas de naturaleza distinta.

Ayer comentaba la asociación de Pilatos y su indiferencia con Caifás y su obstinación.

Pues bien, no me parece que sea un mal ejemplo de lo que serán los ingredientes con que se elaborará la masa de la religión substituta que este mundo anda buscando.

El gesto de lavarse las manos y el de rasgarse las vestiduras ante Jesús, se vuelven de pronto aspectos doctrinales relevantes para una religión. Sobre ellos se puede elaborar una 'teología', tanto dogmática como moral. Y como son un gesto ritual también, por lo mismo, de ellos puede seguirse una 'liturgia' y un 'corpus sacramental'. Y hasta, para completar la naturaleza sacerdotal, de estos gestos también puede estar hecho el modo de gobierno.

Viéndolo así, creo que un decálogo nuevo no podría sino pasar antes por allí y salir de allí.

De modo que, si hay que pensar en una nueva religión y en su nuevo código y en sus ritos, tal vez haya que mirar tanto hacia atrás como hacia el presente o hacia adelante.

Con todo, seguro que primero habrá que mirar con mucha atención hacia atrás. Hacia lo que ya pasó.

Porque en cualquier tiempo de la historia, en este sentido, lo que ya pasó siempre es lo que está pasando. No solamente es tipo, sino también recapitulación.

Así será al final también, y en el mismo sentido, con elementos análogos, y del mismo tipo.

Creo que eso es lo que también está dicho exactamente al final de la vida terrena de Jesús: "Ese Jesús que ha sido arrebatado de entre vosotros al cielo, vendrá como le habéis visto ir al cielo."

* * *

Ahora bien.

Me doy cuenta perfectamente de que, en todo caso, eso que he dicho es una cosa y que otra cosa es volver al presente (no digo ya ir al futuro) y vislumbrar la forma actual que, aquellas cosas que hemos visto ocurrirle a la Cabeza, tomen en el Cuerpo.

Por lo pronto, vislumbarlas para ver -por ejemplo- cuánto de Pilatos o Caifás hay en nosotros mismos. Un asunto para nada menor. Y, en lo que a cada uno respecta, el mayor asunto.

Aunque no importa vislumbrarlas sólo para eso y por ese motivo.

Creo que está el hecho de que una religión substituta se rasga las vestiduras no por escándalo y celo religioso tanto como para quitarse de encima toda vestidura religiosa; así como está el hecho de que una religión substituta busca lavarse las manos para que no le quede rastro alguno notable de religión alguna.

Creo que esto está en la raíz de la "buena voluntad" con la que se quita la religión de en medio para que los hombres podamos conversar amable y civilizadamente. Está en la raíz de la "prudencia" de no mentar aspectos religiosos que hagan retraer a un hombre de buena conciencia y bien dispuesto, un buen hombre común que si 'oliera' cualquier atisbo religioso se espantaría o tomaría a mal la presencia religiosa en medio de asuntos que no necesitan de ella. Es decir, ya hoy por hoy, para una gran mayoría, la ominosa y hasta repugnante presencia religiosa en medio de cualquier asunto. Y no sólo porque pueda tratarse de la presencia de una religiosidad repugnante, sino, insisto, porque la misma presencia religiosa, en general, así se percibe.

Así confinada la sola mención de la religión, el paso siguiente es hacer que lo religioso sea sinónimo mismo de lo inoportuno, de la mala voluntad, de la violencia y el empecinamiento, de la soberbia y el orgullo, de lo tortuoso y del sojuzgamiento y de la culpa. Cuando no de cosas psicológica o políticamente -y hasta económicamente- más oscuras.

Es verdad, también, que estas cosas no ocurren especialmente en el mundo mundano o simplemente profano.

Los vicios religiosos son propios, en primer lugar, del mundo que está en contacto con lo sacro.

Los vicios religiosos son propios del mundo religioso y de la religión, antes que de ningún otro.

Es al mundo religioso al que se le ocurre antes que a ninguno la substitución. Y es el primero que la concibe y el primero que la pone por obra.

En realidad, Pilatos parece tener bastante con sus preocupaciones políticas y hasta por su propio bienestar económico. La riqueza, la gloria y el poder son sus dioses. No necesita ni concibe otra preocupación religiosa más allá de estas cosas. Y como actitud religiosa no es poca cosa, claro.

Hasta que le toca juzgar a Jesús mismo. No necesariamente porque se lo haya propuesto, o porque le haya parecido que es un escalón más en su carrera de honores y en su ambición. Más bien, al contrario, advierte que 'ese' hombre es una verdadera desgracia para sus afanes. Tanto si lo condena, y mucho más si no lo condena.

Pero Pilatos lo juzga porque desde el Templo se lo han enviado para que lo juzgue y lo condene.

* * *

En fin. Hasta aquí llego ahora.


Hay que ver. Y pensar. Yo al menos.