sábado, 30 de julio de 2005

El Comandante

Resulta que la señorita ahora tiene su plaza.

Está bien. Qué se yo. Dicen que es en homenaje a Joaquín Lavado.

No sé exactamente homenaje a qué será. Tal vez al haber inventado un producto mundial. Es verdad que se lo topa uno en todas partes.

Pero, lo que es a mí, la nena nunca me cayó bien. Mentiras: me cae decididamente mal. Siempre.

Y lo que peor me cae de ella es su continua bajada de línea.

Ese estereotipo del progresismo de la peor calaña: el que no concibe otra libertad que la que obliga a ejercer según sus cánones y mandamientos. Esa pose de revolucionaria-hippie -antisopa, preocupada por el globo terráqueo, la democracia participativa, la paz en el mundo y otras líneas del catálogo y decálogo ecologista y ético; ese aire de crítica ilustrada voltaireana, culta con cultura underground y contestataria, esa de lucidez implacable, la única que sabe para dónde debe ir el mundo; ella, la levemente molesta y resignada porque el cambio de las estructuras tarda más de lo que debería; ella, la superada de la vida; en fin, una amarga...

Mafalda me parece un monstruito rodeado de monstruitos deuteroagonistas, que para lo único que sirven es para hacer brillar al monstruito protagonista. Incluyendo a los pavotes de sus padres minusválidos, representantes del mundo adulto sin matices, al que el monstruito de tanto en tanto les hace la benévola concesión de su comprensión desganada y hasta de un poco de afecto descendente...

Habrá en las tiras monstruitos mejor delineados, mejor captados en su tipicidad. Sea. La creatividad, como un pedazo de pan, no se le niega a nadie...

Pero en pocos lugares he visto una creatividad tan inficionada de amargura y de resentimiento como en esta comandante enana de la revolución.

Sí. En pocos lugares hay -todo junto- tantos tópicos comunes, elementales, corrosivos, como en estas historias.

No me quejo en realidad de que le hagan un homenaje.

En todo caso, si me quejara de algo me quejaría de que hayan tardado tanto.

Me quejaría de cierta ingratitud de este mundillo que tanto le debe a uno de sus apóstoles, a este precursor...