domingo, 17 de noviembre de 2019

Juan Álvarez Gato consuela a Miguel Hernández


No le des prisa dolor
a mi tormento creçido,
que a las vezes el olvido
es un conçierto de amor.
Que do más la pena hiere
allí está el querer callado
y lo más disimulado
aquello es lo que se quiere;
aunqu' es el daño mayor
del huego no conosçido
a las veces el olvido
es un conçierto d' amor

Cançión que hazíe a lo en qu' él estaba
Cancionero
Juan Álvarez Gato - siglo XV

Una querencia tengo por tu acento,
una apetencia por tu compañía
y una dolencia de melancolía
por la ausencia del aire de tu viento.
Paciencia necesita mi tormento,
urgencia de tu garza galanía,
tu clemencia solar mi helado día,
tu asistencia la herida en que lo cuento.
¡Ay querencia, dolencia y apetencia!:
tus sustanciales besos, mi sustento,
me faltan y me muero sobre mayo.
Quiero que vengas, flor, desde tu ausencia,
a serenar la sien del pensamiento
que desahoga en mí su eterno rayo.

De El rayo que no cesa (1934-1935)
Miguel Hernández




De tanto vivir amando,
Miguel, nada te libera:
ni la muerte que te espera,
ni el tiempo si va pasando.
Silencio diste al amor,
y el amor en su querencia
te dio remedio de ausencia
y con la ausencia, dolor.
Ya va en tu sangre entintada
tu pluma que en guerra grita
el corazón que te habita
y el rayo, en tu voz alada.

Los campos visten de olivo,
Miguel, y, por Orihuela,
voz de amante te consuela
perfumadamente vivo.
Adonde tu beso vaya
primaveras abrirás,
y en la mirada pondrás
una amorosa atalaya.
Latiendo al cielo, cantando,
Miguel, te compadeciera
si tu muerte compañera
no te viera andar amando.