miércoles, 13 de noviembre de 2019

Décimas de Martín Fierro para el sargento Cruz


Tal vez en el corazón
lo tocó un Santo bendito
a un gaucho, que pegó el grito
y dijo:-!Cruz no consiente
que se cometa el delito
de matar así a un valiente!-
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 De rodillas a su lado
¡yo lo encomendé a Jesús!
Faltó a mis ojos la luz.
Tube un terrible desmayo.
Cai como herido del rayo
cuando lo vi muerto a Cruz.
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Cumplí con mi obligación,
no hay falta de que me acuse,
ni deber de que me escuse
aunque de dolor sucumba.
Allá señala su tumba
una cruz que yo lo puse.

Martín Fierro, I, IX; II, VI;  II, VII
José Hernández




Entre los pampas infieles
dejé clavada una cruz,
en sitio donde la luz
se aparta, en las tierras crueles.
Sargento, sé que laureles
no habrá quien dártelos quiera,
pero canto a mi manera
y no tendrás gloria trunca,
pues no han de faltarte nunca
laureles, cruz y bandera.

Tu gesto me rescató
del duro y trágico abismo
al que caí por mí mismo,
y porque alguien me empujó.
Tu nobleza me salvó
de ser muerto o ser cautivo
y por tu vida estoy vivo,
así que a cantarte llego
libre, porque no me entrego,
todavía fugitivo.

Quede ya para la historia
tu nombre, Cruz, que no muere,
y aquí es mi canto el que quiere
hacerse jaculatoria:
El Padre Eterno en su Gloria
ha de tenerte, lo sé,
porque Él no olvida quién fue
el que, frente a mi enemigo,
me dio su mano de amigo:
ciento por uno te dé.