Carta al Diablo
Derrotado señor:
El mundo es nuestro.
Nos, los hijos heridos, heredamos
tierras y cielos nuevos. Las estrellas
que moran sobre el mar y las mañanas,
el trigo, el viento, el valle y los arroyos,
las cumbres y las noches y las aves
y los peces y el fuego y las marismas
y la flor y las vides y los árboles.
Ya huele a nuevo la fragante herencia:
así que apreste sombras, sus ejércitos,
y apriete el paso de su retirada.
Señor del mundo:
el título se agota
como el eón de su poder. Ya viene
pronto, el Dueño del campo y su cosecha.