viernes, 31 de mayo de 2013

Qué ajena tú

De su Cal y canto (1926-1927), Rafael Alberti tomó cuatro sonetos para el librito del que estoy hablando.

Me quedo con estos dos.
Araceli

No si de arcángel triste ya nevados
los copos, sobre ti, de sus dos velas.
Si de serios jazmines, por estelas
de ojos dulces, celestes, resbalados.

No si de cisnes sobre ti cuajados,
del cristal exprimidas carabelas.
Si de luna sin habla cuando vuelas,
si de mármoles mudos, deshelados.

Ara del cielo, dime de qué eres,
si de pluma de arcángel y jazmines,
si de líquido mármol de alba y pluma.

De marfil naces y de marfil mueres,
confinada y florida de jazmines
lacustres de dorada y verde espuma.


Busca

Herida sobre un toro desmandado,
salta la noche que la mar cimbrea.
¿Por dónde tú, si ardiendo en la marea
va, vengador, mi can decapitado?

Rompe la aurora en el acantilado
su frente y por el viento marinea.
¿Por dónde tú, si el pabellón ondea,
de luto, al alba, el toro desmandado?

Se hacen las islas a la mar, abriendo
grietas de sangre al hombro de las olas,
por restarte a sus armas, muerta o viva.

¡Qué ajena tú, mi corazón cosiendo
al delantal de las riberas solas,
con tu mastín al lado, pensativa!


Es curioso, y hay que anotarlo: Alberti repite aquí desmandado, así como se repite jazmines, en el primero.

¿Error del copista? No parece. Otras autoridades también lo citan así. Pero tengo otras dos versiones de ese final del octavo verso, fíjese usted: desandado y, la que más me gusta, desanclado, tal como aparece en la edición argentina de Cal y canto, de 1959.

En el caso de Araceli, que originalmente dedicó a Pedro Salinas, pasa lo mismo. Pues hay otra versión que en el verso 13 dice jardines. ¿Otro error del copista? Curioso. Y algo más. Hay quienes creen que el soneto está dedicado a María Santísima de Araceli, patrona de Lucena y Campo Andaluz, en Córdoba de Andalucía. Sin embargo, hay por otra parte testimonios de que fue un encargo de un tal Pepín Bello que le pidió unos versos para una joven así llamada, hermana de un tal Gustavo Durán, amigo común. Alberti, según Bello, compuso allí mismo los versos, en un alarde de destreza. Vea usté.  

Ahora bien.

Creo que todo Busca es una magnífica pieza. Pero están esas frases o versos que uno querría haber podido escribir antes que el autor, como ¡Qué ajena tú...!