sábado, 14 de julio de 2012

Madrigal


Habitan esta tierra
tus ojos verdes y tu voz de plata:
oriflamas de guerra
de una batalla dulce a muerte grata.
Tu piel morena existe
y el aire la vistió de sol y alumbra
al mundo y su penumbra:
tan fresca en años vas y nunca triste.
Un día me miraste.
Y ahora, en mi costado,
de la raíz de luz que le sembraste,
tibiamente aromado,
floreciste un dolor enamorado.