miércoles, 26 de enero de 2005

En la Ruta Cristera, en Jalisco, está Tepatitlán (a la que los naturales llaman Tepa, a secas). En un antiguo convento franciscano del siglo XVI, hay una imagen de la Inmaculada Concepción, muy pequeñita. Apenas mide 37 centímetros y está hecha de pasta de maíz a la que llaman 'Tatzigueni' o 'Pasta de Michoacán'.

La imagen, siempre muy rica y cuidadosamente vestida (y con una bonita cara española), originalmente estuvo en el Hospital de la Concepción de los Indios que los franciscanos pusieron en aquel pueblo por aquellos siglos, y desde entonces está por esos pagos. Y los cuida.

Alguien, no sé quién, le escribió estos versos:
Llena de rosas mi herida,
llena de estrellas mis ojos,
llena de paz mis abrojos,
llena de gracia mi vida
y de esplendor revestida,
ven a mí en la última hora,
a cerrar, consoladora,
mis ojos fijos en ti
y, vaciándome de mí,
lléname de ti, Señora.