lunes, 9 de mayo de 2022

Borrachera



Si lo buscan, lo encuentran. Está en el archivo de la bitácora: domingo, 10 de octubre de 2004.

Es un relato de un episodio de hace casi 20 años. Lo que importa ahora es que, en esa ocasión, el Kolla Mercado dijo una copla que me ha vuelto en los últimos días, con insistencia, al magín. Y no lo viene soltando.
Le tengo miedo al coraje
que me da la borrachera;
miedo a que nadie me ataje
o a que me ataje cualquiera.


Estoy que la digo y la repito.

Es una maravilla.

Y pienso (no se puede no...) 

¿Qué cosas son una borrachera?

De veras hay cantidad de asuntos y cosas que son una borrachera. ¿Y el coraje? Anche: cantidad de cosas que son coraje de borrachera, según y conforme se entienda borrachera...

Borrachos de miles de cosas podemos estar. Y que cada una de esas borracheras nos empuje desde adentro a quién sabe qué, a qué corajes.

Y que pase, en ese coraje de borrachera, que nadie nos ataje. Que no haya cómo ni quién, salvo uno mismo y mal, porque está borracho. Y así, borrachos, que nos despeñemos. Tal vez hasta lo hondo. Aunque creamos que vamos en la dirección opuesta. Porque hay borracheras de lo alto, claro. Y no son infrecuentes. Y si nadie ataja el coraje que da esa borrachera, más temprano que tarde llega la locura. La que Chesterton decía: no perder la capacidad de razonar, sino la realidad. Y vivir en el mundo propio y fantasmagórico de un borracho...

¿Y si nos ataja cualquiera? Peor, diría. En todos los casos. Querer aprender de quienes no debemos o ir por caminos disparatados en cosas que nos exceden (cosas de la mente o del corazón), hiere al alma. Y si no me creen, vean el tratado de la modestia de santo Tomás de Aquino, en la Suma Teológica (II-II), cuando trata la virtud de la templanza. Y cuánto y cómo no que la hiere, sí, señor...

Y así siguiendo.

Pónganse a pensar.

Le tengo miedo al coraje
que me da la borrachera;
miedo a que nadie me ataje
o a que me ataje cualquiera.