En una catedral de tronco y ramas,los molles infinitos, silenciosos,se aquietan taciturnos y juiciososy oyen el coro con sus melodramas.De a ratos, unos tordos sentenciososdan la estocada de sus epigramasy baten alas, negros oriflamas,o dan arias en trinos misteriosos.Me acodo en un triclinio de raíces;se mece el molle y huelo a resolana,porque el sol huele cuando el tordo trina.Y cada nota labra cicatricesy en hilos de nostalgia deshilvanacada trama de un alma peregrina.