miércoles, 9 de septiembre de 2020

Yrigoyen y el loco

 

Romance de énfasis

Vamos bien por el sueño
cuanto más por la muerte.
Tantos años habemos
en sí mismos con otros.
En tal muerte de muerte
de encantorio o de sueño 
en los flacos sentidos.

¿Para cuándo las torres
sobre todas las cosas?
A los nuestros amigos
que encaraman la gloria
suenan de ellas los nombres
con el nombre del sueño.

¿Para cuándo las torres
sobre todas las cosas?
A los nuestros amigos
suenen de ellas los nombres.
Menester es el sueño,
menester es la muerte.

14 de febrero de 1958


Práctica

Prácticamente eternos
reales plenamente
se describen los mundos
ilustres comprensores.

Prácticamente bellos
se ensayan prosperando razones y destinos
circunscritos a ley en dominios impávidos
en sintaxis perfecta
conversan de Dios
en la luz infinita
prácticamente eterna.

10 de febrero de 1958
Dedicada a S. E. Hipólito Yrigoyen


Jacobo Fijman

(De Romance del vértigo perfecto)


Y uno se pregunta por qué Fijman le dedica a Hipólito Yrigoyen unos versos en 1958. Y esos versos.

Mientras ensaya una respuesta (claro que, sin información, es muy difícil acertar), vaya pensando, mi estimado, que en cualquier caso para leer poesía, y en particular la poesía de Fijman, hay que esforzar la concentración y de algún modo la imaginación también. Y puede llevar tiempo, años, ir entendiendo. Al menos, a un servidor le pasa y por eso lo digo.

El lector curioso (y que no supiera de Jacobo Fijman hasta verlo aquí) puede haber buscado referencias del sujeto y haberse enterado ya de que a los 20 años tuvo sus primeras crisis psiquiátricas (tal vez siempre deficientemente tratadas) y que, agravado, a principios de los años '40 ingresó en el antiguo loquero del Borda donde estuvo años, luego en Open Door, y después otra vez en el Borda, de donde salía y adonde volvía a ingresar intermitentemente hasta su muerte en 1970, a los 72 años.

Con esos datos, fácilmente podrá engañarse cualquiera y atribuir lo que no entiende en los poemas a la locura del poeta. ¡Ay, mis queridos! ¿Y si la locura no tuviera directamente que ver con sus imágenes y metáforas entre místicas y tensas, en ocasiones febriles y hasta crípticas? ¿Y si lo más poético de su poesía tuviera relación más bien directa con su mente disociada? (Attenti...! las dos preguntas parecen contradictorias... parecen, nomás.)

La locura nos espanta, en general, y a la vez, a veces, nos fascina misteriosamente, en particular cuando entra en connubio con el arte. Y claro que en ese terreno se podrá simplificar, y peligrosamente diría. Y hasta habrá una explicación psiquiátrica de su locura, casi un alarde de dizque sensatez que intente calmar nuestra propia inquietud ante la locura del poeta loco.

Pero no hay que simplificar tanto que nos quedemos sin una explicación poética de su poesía, que es de lo que se trata.