jueves, 9 de julio de 2020

Dos minutos de odio (I)





En 1904, G. K. Chesterton publicó El Napoleón de Notting Hill. Hasta hace poco, sabíamos que era su primera novela. Después apareció una de juventud.

La acción se sitúa 80 años después, en un Londres ridículo de 1984 y de monarquía por sorteo. Por eso mismo, le toca ser rey a un chistoso empleado público que -dizque como broma- restablece el amor a lo inmediato, al barrio, con categorías medievales de estética y política. A los 30 años, Chesterton ya profesaba hacia rato su aversión al imperialismo del british imperio, pero advertía a la vez sobre una deformación posible del small is beautiful.

Eric Arthur Blair (lo conocemos como George Orwell, desde 1933) tenía afición a esta novela. En 1945 publica Animal Farm (Rebelión en la granja). Ya la tenía escrita en 1943 y recién pudo publicarla al finalizar la guerra. Cuatro años después, en 1949 (un año antes de morir de tuberculosis), publicó 1984.

Orwell detestaba el imperio al que había conocido en acción en el sudeste de Asia, donde fue policía en Birmania (había nacido en la India por el curioso oficio de su padre, oscuro funcionario en el imperial ministerio del opio, asunto de lo más interesante si lo miramos con ojos de hoy...)

Políticamente, Orwell fue derivando de su izquierda inicial hacia el trotskismo y el anarcosindicalismo, posiciones que adoptó después de su experiencia con obreros en Inglaterra y Francia y, más tarde, por su paso por los campos de batalla durante la guerra civil en la España de los años '30. Así las cosas, profesaba una versión del socialismo propia, que él llamaba democrático, vaya uno a saber por qué. Hay que apuntar a la vez que, en 1984, el partido de poder omnímodo y que ha generado la figura omnipresente de Gran hermano, se llama precisamente Ingsoc (socialismo inglés), parodia de lo que censuraba en el comunismo soviético aplicado en su propia tierra.

Tanto Animal farm como 1984 son novelitas distópicas. Una distopía más amarga que la de Notting Hill de GK y con intereses muy distintos. Las une, tal vez, la aversión al imperio. Pero Orwell, por más admirador de Chesterton que haya sido, apuntaba a la denuncia contra el comunismo en su versión soviética (particularmente, el stalinismo) y, en parte también (en 1984) contra el nazismo o toda forma que le cuadrara como totalitaria.

De todos modos, la coincidencia del 1984 chestertoniano con el de Orwell, no es casual. tampoco es casual que, en Animal farm, el cerdo finalmente tirano se llame Napoleón. En su caso, con ese nombre bautiza Chesterton a quien para amar lo propio -su barrio, Notting Hill- oprime a otros y a todos, en un desequilibrio no deseado por la broma inicial del rey por sorteo y que vuelve así las cosas al estado imperial, paradojalmente. Una batalla final perdida termina con las aspiraciones del Napoleón de Notting Hill pero, a la vez, pone las cosas en un punto muerto, en lo que siempre fue una especie de misterio para los lectores de GK. Algo le repicaba insistentemente a Orwell se ve.

Respecto de Animal farm (y en relación directa con la intención de estas notas que estoy desgranando aquí), no deja de ser curioso que un autor como Thomas S. Eliot la hubiera rechazado como editor. En un testimonio que rescata un artículo periodístico de Pepe Gutiérrez-Álvarez, hace unos 3 años, Eliot aparece haciéndole a Orwell una rara crítica para justificar el rechazo:
Otro editor que lo rechazó fue su admirado T, S. Eliot —admirado como poeta, porque Orwell nunca pudo transigir con un hombre que se sintió hasta cierto punto identificado con el franquismo y que llegó a apreciar a Salazar—, que en aquel momento coincidía curiosamente con el clima prosoviético existente en el país. La opinión de Eliot sobre la obra era bastante notable, reconocía que Orwell había logrado una "obra literaria perfecta", algo digno de Swift, pero no recomendaba la edición de un libro que fuera contra la corriente del momento. Para Eliot el compromiso editorial implicaba: "(La adhesión) a las tesis del autor, tanto en lo que reclama como en lo que rechaza; y el punto positivo, que interpreto como ‘trotskista’, no resulta convincente. Pienso que usted -Orwell- correrá el riesgo sin obtener en contrapartida el apoyo firme de algunos partidos—esos que critican a la URSS en nombre del comunismo puro y esos que, por el contrario, se preocupan por el porvenir de las pequeñas naciones- y, después de todo, sus cerdos son bastante más inteligentes que los otros animales y, en consecuencia, están más cualificados para dirigir la granja —de hecho no habría Rebelión en la granja sin ellos—; lo que no necesariamente tiene por qué aplicarse al comunismo sino a unos cerdos dotados de un mejor espíritu público".
Ya conocía Orwell esa actitud. Un editor líberal (con acento hay que decirlo para que se entienda que es de izquierda) ya había rechazado la obra por sugerencia de un funcionario del ministerio de Información británico, pues el gobierno estaba alineado en esos años con la URSS de Josip Stalin y la novela era inadmisiblemente trotskista.

En una columna que escribía en el Tribune, Orwell denunció el hecho hablando de la libertad de prensa. En otra ocasión, allí mismo, se enfureció con los intelectuales políticamente correctos (diríamos hoy) que, cuando la batalla de Varsovia, no censuraron la pasividad soviética ente la masacre de polacos, les dijo:
"Ante todo, un aviso a los periodistas ingleses de izquierdas y a los intelectuales en general: recuerden que la deshonestidad y la cobardía siempre se pagan. No vayan a creerse que por años y años pueden estar haciendo de serviles propagandistas del régimen soviético o de otro cualquiera y después volver repentinamente a la honestidad intelectual. Eso es prostitución y nada más que prostitución".

Dicho lo cual, que algo es algo, seguiré en la próxima.

Me queda pendiente el apunte sobre el opio inglés, cosas de 1984 que reputo vienen muy a cuento, algo más sobre Chesterton y, finalmente, el lío que se les armó a los esbirros de la intelligentzia con el asunto estadounidense de la muerte de George Floyd y el subsiguiente, ruidoso y oportunista Black Lives Matters.

Todo es parte del mismo paquete y se entrega por el mismo precio.

Y sépase que, el que las cosas estén tan entreveradas, no es culpa de su servidor.