martes, 25 de septiembre de 2012

La soledad de María




Meditación de la Soledad de María

Composición de lugar

Palidecidas las rosas
de tus labios angustiados;
mustios los lirios morados
de tus mejillas llorosas;
recordando las gozosas
horas idas en Belén,
sin consuelo ya y sin bien
que sus soledades llene...
¡Miradla por donde viene,
hijas de Jerusalén!

Meditación

Virgen de la Soledad:
rendido de gozos vanos,
en las rosas de tus manos
se ha muerto mi voluntad.
Cruzadas con humildad
en tu pecho sin aliento,
la mañana del portento,
tus manos fueron, Señora,
la primer cruz redentora:
la cruz del sometimiento.

Como tú te sometiste,
someterme yo querría:
para ir haciendo mi vía
con sol claro o noche triste.
Ejemplo santo nos diste
cuando, en la tarde deicida,
tu soledad dolorida
por los senderos mostrabas:
tocas de luto llevabas,
ojos de paloma herida.

La fruta de nuestro Bien
fue de tu llanto regada:
refugio fueron y almohada
tus rodillas, de su sien.
Otra vez, como en Belén,
tu falda cuna le hacía,
y sobre Él tu amor volvía
a las angustias primeras...
Señora: si tú quisieras
contigo lo lloraría.

Coloquio

Por tu dolor sin testigos,
por tu llanto sin piedades,
Maestra de soledades,
enséñame a estar contigo.
Que al quedarte Tú conmigo,
partido ya de tu vera
el Hijo que en la madera
de la Santa Cruz dejaste,
yo sé que en Ti lo encontraste
de una segunda manera.

Yo en mi alma, Madre, lavada
de las bajas suciedades,
a fuerza de soledades,
le estoy haciendo morada.
Prendida tengo y colgada
ya mi cámara de flores.
Y a husmear por los alcores
por si llega el peregrino
he soltado en mi camino
mis cinco perros mejores.

Quiero yo que el alma mía,
tenga de sí vaciada,
su soledad preparada
para la gran compañía.
Con nueva paz y alegría
quiero, por amor, tener
la vida muerta al placer
y muerta al mundo, de suerte
que cuando venga la muerte
le quede poco por hacer.

Oración final

Pero en tanto que Él asoma,
Señora, por las cañadas,
-¡por tus tocas enlutadas
y tus ojos de paloma!-
recibe mi angustia y toma
en tus manos mi ansiedad.
Y séame por piedad,
Señora del mayor duelo,
tu soledad sin consuelo,
consuelo en mi soledad.


José María Pemán



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Poco más o menos así mismo como lo presento ahora, recibí de un fino y buen amigo esta mañana esta imagen y unos fragmentos de la Meditación de Pemán, que aquí dejo completa. 

Estoy viendo de rastrear este ícono impresionante en su versión original, si es que la hay y si eso es posible. Tiene mucho más que una belleza conmovedora. No conocía esa imagen y me alegro de haberla conocido, gracias a la intercesión del buen JIL.
 
Lo que creo que no le diré a mi estimado amigo es que, quieras que no, me hizo tres regalos en un solo envío, cada uno mejor que el otro.