miércoles, 10 de noviembre de 2004

Los de la agencia de noticias AFP hicieron su pequeño ejercicio de comunicación (el rastrillo semiótico tiene para un módico festín.) Usaron la simpatía, la ternura, la kantiana preocupación por el futuro de la humanidad en paz, y la no menos kantiana loa a la panacea moderna que drena infalible de la Ciencia.

Por supuesto, mucho es el peso de la mención de la palabra talismán: Galileo -imagino que Clarín también se puso un poquito la servilleta al cuello para este pequeño bocadillo de mitología cientificista-, y, claro, esa apelación a los "hijos de Galileo", que no deja lugar a dudas sobre la importancia ideológica de defender a la ciencia contra..., contra..., eh, bueno..., contra... Bueno, ¿qué?, si ya todo el mundo sabe contra "qué" y contra "quiénes" hay que defender a la Ciencia y a Galileo.

No deja de ser publicitaria y marketinera esa mención de los usos cotidianos de la grandeza científica (que, después de todo, no es tan arrogante que no sepa cocinar...):
"La imagen del profesor de matemáticas se ha desprestigiado", admite (el profesor) Giusti. "Los jóvenes perciben la materia como algo difícil, sin satisfacciones inmediatas" aseguró el profesor, autor del libro "La matemática en la cocina". Con su libro se aprende la fórmula para cocinar una carne al horno y se explica la razón por la cual las papas grandes se pelan más rápido que las pequeñas.
Parece amigable y familiar. Pero, ojo, no es para tomarlo a la ligera. Un capo di tutti gli capi en materia de enseñanza científica en Italia, también mencionado en la propaganda de AFP-Clarín, preparó hace un tiempo un trabajito con cifras, datos, comparanzas, dólares, salidas laborales y algunas otras cuestiones, como el papel de la magia y del espiritismo como ingrediente que ayuda a no tomarse suficientemente en serio el papel socialmente redentor de la Ciencia. Que los horóscopos sean de una inutilidad medio perversa, no impide que resulte gracioso, en el albor del futuro, este asunto de que la gente -y los que estudian- parezcan haberle perdido el respeto a las pizarras llenas de fórmulas y se hayan aburrido de la épica del científico loco.

Ahora bien, que me disculpe la plañidera dupla AFP-Clarín, de una parte, y la exultante onda verde y 'espiritualista', del otro lado, pero, los "hijos de Galileo" gozan de buena salud. Se mezclarán con gentes indeseables como 'humanistas' (vaya uno a saber qué se entiende por 'humanidades'), se juntarán con programadores, con RR.PP; andarán del bracete con artistas plásticos o con guías de turismo profesionales. Lo que quieran. Pero Galileo goza de buena salud. Y sus hijos crecen, todavía.

También me pregunto, claro, qué habrá sido de la Física, dónde habrá ido a parar la Matemática, qué fue de la Biología y de la Química, que tanto prometían. No sé si en el mismo sentido, pero me pregunto, sí.

De lo que se da a entender con Galileo, con el mito de Galileo y con lo de los hijos de Galileo, de eso no hay por qué preocuparse. Allí están y allí se quedan, me parece.