lunes, 22 de noviembre de 2004


En esas faldas cercanas a Mondoví, provincia de Cúneo, en el Piamonte, seguramente anduvo pastando sus ovejas y cabras alpinas, María, mi abuela paterna. A esa plaza de Mondoví habrá ido, y así la habrá visto -poco más o menos- llegando de sus montañas al pueblo.

De ella, entre otras cosas, quedó en la familia 'hablar' con silbidos, cosa de pastores montañeses. Lo usaba mi padre con nosotros y yo con mis hijos.

Una de mis hermanas recuerda siempre una frase suya: "que nunca falte una flor en tu mesa". Otra lo bien que cantaba. Yo recuerdo su acento afrancesado, su patois y los versos en piamontés (¿ya me gustaba la poesía?) que me enseñaba para que repitiera a cambio de un beso, de un poco de sambayón o de un mate (sí, la 'gringa' era de lo más gaucha...)