martes, 13 de octubre de 2020

Lo último

 
No se cuenta por horas ni por días.

Parecen varias vidas superpuestas, tramos de vida. Y como muertes superpuestas. Lo siente así el corazón que ve que los lugares se van quedando y los pasos se van yendo, alejándose en el tiempo, primero. Y en la distancia después. 

No. No es tiempo. No es tiempo exactamente. Es distinto. Y es más.

En el aire había ese rumor de ausencia que al final de un viaje tiñe y opaca las cosas, los gestos, las palabras.

La mano se ufana en aprestos. Pero el corazón no se engaña, aunque no diga nada. Deja hacer, pero sabe.

– Lindos días...

– ...

– ¿Volvemos por los mismos caminos?

– No sé...

– En el camino se verá, ¿no?...

– Claro. Eso es viajar. 

– ¿Entonces hay que preparar algo para el camino? Algo de comer. ¿Vemos por ahí?

– No... 

– ¿No hay que preparar o no vemos?

– No vale la pena preparar nada. Seguro hay lugares simpáticos, lo mejor es encontrar algo por ahí.

– Es verdad... Buscamos algo por ahí y...

– No, buscar no. Encontrar, dije...

– Bueno, eso...

– No es lo mismo...

Pero los trajines de la partida se tragaron la guerra incipiente. Eso hace tener que volver: opaca las cosas, las palabras. Es un estado entre dos tiempos y dos lugares. Y el corazón en tensión entre un atrás de Arcadia y un adelante de odisea. 

Hasta que los pasos van a dar a los caminos. Y entonces viajar es otro viaje. No es estar. Es ir. Estando, los destinos son otra cosa. Un punto u otro, esto o aquello que hacer, planear no hacer nada. Estar es distinto. 

Pero también ir es distinto. Una flecha lanzada. Una flecha que apunta sin saber a un lugar que no se sabe, y que la lleva a otro lugar que no sabe, hasta llegar adonde sabe que va.

Y después están la ausencia y la distancia. Alejarse.

– Mejor no mirar para atrás, ¿no creés?

– Sería injusto. Si fue bueno, si fue feliz, ¿por qué hacer como que no fue?

– Eso es verdad...

– Mejor mirar para atrás, verlo de nuevo. Verlo alejarse. Alejarse, ¿ves? Hacerse lejos algo, hacerse lejos uno... pero si no hay de dónde alejarse es casi no haber estado uno en ningún lugar. Es injusto. Es mejor saber que está ahí. Y que uno estuvo ahí. Y si fue feliz allí recordar que allí fue feliz. Y querer volver, ¿no? Aunque no vuelva jamás. Querer volver. A ese lugar, a esos lugares o a otros que son como esos lugares. Después de todo, no es solamente el lugar, ¿no? Hay algo más que el lugar en un lugar. ¿O no?

– Sí, sí..., no es simplemente un lugar.