sábado, 10 de octubre de 2020

Explicación


Es tan grande la laguna que bordearla nos llevó toda la mañana hasta el mediodía, aunque salimos cuando clareaba.

En el rincón más alejado, adonde no se llega sino por agua o como lo hicimos, siguiendo su costa casi entera, había una mezcla de refugio y choza. Nos dijeron después que era de los pescadores y que allí hacían noche cuando llegaba la temporada del pejerrey.

Apenas un muelle precario. Tablas grises, muy viejas. Unos postes de madera dura, clavados en el agua.

Habíamos llevado una vianda muy frugal. Sentados allí, el silencio era impresionante.

– ¿Te diste cuenta de que hay una cantidad de ruidos y sonidos? Y parece todo tan callado...

– Será por nuestros propios ruidos, cuando caminamos, la respiración, mover los pastos, las ramas. Cruzamos unas palabras. Y cuando nos paramos a mirar o a descansar, todo eso desaparece y nos hará la impresión de que se hace el silencio...

– ¿Y no tenés una explicación más poética? Parece el diario de viaje de un explorador...

– ...

Lo dijo con una sonrisa divertida, sin mirarme. Pero era un reproche. Y tenía algo de razón.

Pero si había una explicación más poética, la tenía en la mirada. 

Porque ese día, allí, el silencio estaba en la mirada, no en el oído.