domingo, 11 de noviembre de 2018

¿Cualquier cosa? (IX y final): ¿cualquier cosa? (y II)


Hace unos cuantos años recordé aquí un episodio a propósito de lo que aprendí del insigne Aragón, esta vez respecto del P. Castellani y las definiciones de la poesía. Una anécdota breve pero substancial que en parte repito ahora. Resulta que se le preguntó a Aragón si tenía algún ejemplo feliz en el que Castellani hubiera hecho poesía.
Tengo y lo voy a contraponer con un ejemplo mío. Es una definición de la poesía. Yo, en unos debates que se hicieron en Tucumán hace años, intenté definir la poesía porque se había caído casi en una especie de desesperación por encontrarla, después de pasar por muchas famosas. Y yo hice ésta:
Es poesía la verdad
entrevista por su gracia
en la cosa,
dicha con tal claridad
que el dicho le da eficacia
más sabrosa.
Y Raúl Nadal, un poeta que estaba ahí, me dijo:

- Pero yo no sabía que eras poeta…

- No, le dije, eso no es una poesía. Es una definición filosófica puesta en verso. La definición poética de la poesía la hizo el P. Castellani:
Un poeta nunca miente
ni en lo más imaginao
y esto es todo inventao
y no hay nada que no invente.
Esa es una definición poética de la poesía.

Y la recuerdo ahora que hay que cerrar estas letras sobre el asunto de la poesía.

De una cosa en otra recordé algo que también le pertenece a Castellani y es la traducción, algo libre, de unos versos de Paul Claudel, que hablan sobre la misión del poeta. Dice allí de Claudel (en la Introducción a Paul Claudel, 1936)
Nació poeta, dueño y presa de un don singular dado por el Criador, y del cual puede abusar. El fin de este don de poesía –que no es otra cosa que el poder y el gozo intenso del conocimiento intuitivo, la contemplación natural del gran poeta, tan alta como la del sabio, y sólo inferior a la contemplación sobrenatural del santo- es libertar a todas las criaturas de la deuda de alabanza que deben al Creador por medio del hombre, es repartir el pan de la Belleza trascendente a todos sus hermanos:

Vous ne m’avez pas donné de pauvre á nourrir,
ni de malade á panser,
Ni de pain á rompre
mais la parole que es recue plus complétement que le pain et l’eau,
et l’âme soluble dans l’âme.
Faite que je la produise de la meilleure substance de mon cœur.
Versos que Leonardo Castellani (en esa misma Introducción) traduce a su modo, así:
Dios no me ha dado pan a repartir,
Templo que hacer, ni enfermo que vendar,
Tan sólo la misión de ver salir
El sol cada mañana sobre el mar.

No me mandó enseñar a bien morir,
Sino a saber vivir y me hizo dar
El verbo inteligible que formar
Y qué decir sabiéndolo decir.
Más completo, el texto de Claudel en Cinq grandes odes, La maison fermée, dice:
"Seigneur,
Vous ne m’avez pas donné de pauvre à nourrir,
ni de malade à panser, ni de pain à rompre mais la parole qui est reçue
plus complètement que le pain et l’eau,
et l’âme soluble dans l’âme.
Faites que je la produise de la meilleure substance de mon cœur
comme une moisson qui va de toutes parts où il y a de la terre,
(des épis jusqu’au milieu de la route).
Et comme l’arbre dans une sainte ignorance qui lui-même n’attend pas gloire ou gain de ses fruits, mais qui donne ce qu’il peut.
Et que ce soient les hommes qui le dépouillent ou les oiseaux du ciel, cela est bien.
Et chacun donne ce qu’il peut : l’un le pain, et l’autre la semence du pain.
Faites que je sois entre les hommes comme une personne sans visage
et ma Parole sur eux sans aucun son comme un semeur de silence,
comme un semeur de ténèbres, comme un semeur d’églises,
comme un semeur de la mesure de Dieu..."

Hay varios puntos que merecen destaque allí.

El primero es aquello de que el poeta nunca miente y aquello otro de que y no hay nada que no invente. Lo quiera Aragón o no, dice lo mismo cuando dice que
Es poesía la verdad
entrevista por su gracia en la cosa.
La nota principal del poeta es su modo de ver lo que hay en la cosa bajo la especie de luz y claridad resplandeciente, esto es: belleza.

A la vez, este concepto está en Claudel cuando dice, de un modo que parece antitético,
Faites que je sois entre les hommes comme une personne sans visage
et ma Parole sur eux sans aucun son comme un semeur de silence,
comme un semeur de ténèbres, comme un semeur d’églises,
comme un semeur de la mesure de Dieu..."
Algo que Castellani dice que el poeta dice cuando dice que Dios le ha dado como misión en primera instancia
Tan sólo la misión de ver salir el sol cada mañana sobre el mar.
Y eso es la invención a la que se refiere Castellani, más bien, usando la palabra con toda intención, porque sabe perfectamente qué significa invenire, esto es, encontrar, hallar, venir a dar con.

Un modo peculiar de visión es la del poeta que ve en sí las cosas de un modo que transparenta lo que en ellas brilla con brillo no exterior sino interior, que es a su vez lo que de inteligible hay en ellas eminente y más completamente.

El segundo momento o la segunda nota que caracteriza al poeta es la palabra, de la cual vemos en principio la exterioridad, la palabra proferida, pero que a su vez traduce la intimidad de la intuición con la que el poeta ha conocido lo real, una palabra interior que está en directa consonancia con la palabra anterior de la cual procede todo lo que es creado, todo lo que es. Porque al principio dijo Dios, como dice la Escritura, que es el acto por el cual Dios crea según una palabra interior que es la idea misma de cada cosa que es y a la que Él le otorga existencia. De modo que una palabra, la humana, termina procediendo de otra Palabra, la divina, en doble sentido. En uno porque es la idea que Dios tiene de lo que es, otro porque, como dice san Juan, por la Palabra fueron hechas todas las cosas y no hay nada de lo que es creado que sea sin la Palabra, el Verbo, el Logos.

Repito ahora a Castellani describiendo a Claudel en su virtud poiética:
El fin de este don de poesía –que no es otra cosa que el poder y el gozo intenso del conocimiento intuitivo, la contemplación natural del gran poeta, tan alta como la del sabio, y sólo inferior a la contemplación sobrenatural del santo- es libertar a todas las criaturas de la deuda de alabanza que deben al Creador por medio del hombre, es repartir el pan de la Belleza trascendente a todos sus hermanos.
De que está hecha esa palabra lo dice el mismo Claudel cuando ruega a Dios:
Faites que je la produise de la meilleure substance de mon cœur
comme une moisson qui va de toutes parts où il y a de la terre,
(des épis jusqu’au milieu de la route).
Et comme l’arbre dans une sainte ignorance qui lui-même n’attend pas gloire ou gain de ses fruits, mais qui donne ce qu’il peut.
A lo que apunta el mismo Aragón cuando dice, respecto de la manifestación de esa visión:
dicha con tal claridad
que el dicho le da eficacia
más sabrosa.
¿Qué claridad es ésa? ¿Qué eficacia es la que allí menta? ¿Qué sabor es ése? ¿Cuál es esa substancia mejor del corazón, que dice el poeta francés?

Es la traducción y tradición de la claridad de lo real. Esa nota de la claridad no se opone a oscuridad en este caso. Claridad es un término de alcurnia que se refiere a una nota del ser que se identifica con la nota dominante de la belleza trascendental: la claritas.

Usando palabras de Claudel mismo en otro pasaje de las Cinco Odas, Castellani resume así la misión de la poesía:
es libertar a todas las criaturas de la deuda de alabanza que deben al Creador por medio del hombre, es repartir el pan de la Belleza trascendente a todos sus hermanos.
Hay que anotar a este respecto algo importantísimo. La belleza que el poeta reparte es anterior formalmente a su poema y anterior a su intuición cognoscitiva. La belleza que reparte hecha voz, es la belleza que las cosas sin voz no pueden proferir en alabanza a Aquel que les dio algo por lo cual lo alaban: el ser.

Sacerdote, el poeta eleva su conocimiento íntimo de lo que es y la voz que lo proclama, que es obra de su arte, como se eleva una ofrenda en alabanza al donante por el don, inmediatamente, y, consecuentemente, por ser Él mismo la raíz de ese don.

No saber qué cosa signifique ser es un obstáculo grande para saborear ese acto de glorificación que es la poesía. Mientras el ser quede como una noción y no hinque todo su peso en la intimidad del corazón que lo contempla, intimidad conmovida por la potente claridad que hay en lo real, será difícil entender la naturaleza de lo poético.


Llegamos hasta aquí.

Es hora de contestar la pregunta que dio en catarata todas estas páginas.

Creo que si por cualquier cosa se entiende que hay objetos o asuntos que no son aptos para poemar sobre ellos, tengo que decir rotundamente que no. Es decir: no hay asuntos que no sean aptos para poemar sobre ellos.

Tal vez alguno entenderá que es más digno de la poesía hablar sobre el amor y no sobre una enfermedad o un objeto en principio trivial, como puede ser un jarrón o una morcilla.

Aunque uno se ve tentado a decir que siendo así no se puede hacer poesía de cualquier cosa, lo cierto es que, también atento a lo que dije sobre la raíz y el ejercicio de la metáfora, la respuesta es que sí se puede hacer poesía con cualquier cosa y de cualquier cosa.

Todo lo que es es por definición mudo y a la vez inteligible, es la vez una especie de palabra que busca hacerse palabra. Es algo que significa y por lo mismo tiende a significarse. Y es allí donde el poeta entra en escena.

Bastará con recordar que el poeta es ante todo un ser dotado de una visión y de una intuición peculiares y también un sujeto dotado de una disposición a anclar en sus actos el hábito de hacer belleza, de traducir lo significado -que fuera de él es el ser mismo de las cosas- en el nuevo significante que es la palabra con la que él hace poesía.