sábado, 2 de junio de 2018

A la distancia (II)


Pasa cuando hace frío y es necesario estar cerca del fuego, dejando pasar las horas, porque así tiene que ser ahora y por un tiempo.

Esta vez la pregunta fue sobre Chesterton, creo que también para traerme del silencio a las cosas.

Y fue sobre George MacDonald, porque apareció como uno de los antecedentes en el papel de la Fantasía en la obra de varios autores queridos.

Le pedí que leyera Phantastes y se lo di.

Lo va leyendo y de una cosa vino la otra y preguntó quién me parecía mayor entre ellos (GKChesterton, JRRTolkien, CSLewis y otros de esa laya entre los que entran Newman o Castellani...)

Tuve que laudar lo que hace años creo: sin duda Chesterton.

Vio lo visible e invisible, todo a la vez, vio el país de las hadas en una calle cualquiera de Londres y vio mágico a un cockney cualquiera. Y eso cantó. A mi juicio es bastante más que lo que los otros hicieron, con ser inmenso e inmensamente bello y luminoso lo que hicieron los demás.

Lo que vio es de la esencia del cristianismo y lo vio en las creaturas del Creador, no en las suyas.

Y eso llevó la cuestión a los medianos y a los mediadores.

Pero el día había sido largo y fatigoso (especialmente para quien no está en condiciones de esforzarse de más...), y allí se detuvo.

Por fin, para evitar fatigas, le convidé un escrito sobre el asunto que, pese a ser una vergonzosa oferta autoreferencial, podía en realidad darle más materia que lo que un servidor puede dar en estos días.

Chesterton entendió la medianía (y las mediaciones) como ningún otro, la vio -con intuición intelectual y poética- y se gozó en que las cosas fueran semejantes flechas que apuntan a un mismo blanco.

Su alegría profunda no viene de otra parte sino de esa confianza en que el bien tiene una potencia de luz que ninguna tiniebla puede oscurecer. Y a la luz de esa luz él vio lo maravilloso y mágico de lo común y del hombre común. Y a la luz de esa luz entendió lo que era valioso rescatar y restaurar. Y no dedicó su obra (y su vida) a otra cosa sino a aquello que decía Castellani que decían de él: Dios lo mandó a predicar de nuevo el Credo a los ingleses y Chesterton se detuvo con regocijo en la primera proposición y no salió de allí: Credo in unum Deum Patrem omnipotentem, factorem cœli et terrae, visibilium omnium et invisibilium...



En fin, que otra vez hablamos de distancias, aunque no parezca.