sábado, 29 de agosto de 2015

Pretérito imperfecto


El pretérito ha dejado de existir y el futuro no existe aún.
San Agustín, Confesiones, XI, 14

Vivir quiero conmigo...
Fray Luis de León, Oda a la vida retirada



Me decías ayer...
(nomás ayer, el mundo parecía
un sitio para hablar,
un camino arbolado, un buen lugar,
la vera de un arroyo, una plaza vacía;
o en el rincón de un bar,
junto a un fuego que ardía,
dejar que el tiempo pase y conversar,
beber un trago amable de alguna buena cosa,
que una mano servía
con medida cordial y generosa:
buen mosto, una bebida spiritosa...)


Me decías ayer...
(¿fue ayer acaso,
o al tiempo lo hice ayer para creer
que yo no voy ni paso,
que ayer es una historia sin fracaso,
sin nada que perder
ni que ganar; y así en ayer retraso
la vida que no deja de correr,
con mucho tiempo atrás para no ver
y tiempo por delante, pero escaso...?)


Me decías ayer...
(¿era una voz real o es mi recuerdo
que busca en los estantes
sonidos elegantes,
dicciones bien sonantes y afinadas;
o, entre sones de acordes delirantes
siquiera interesantes,
tal vez alguno cuerdo,
ni frívolo, ni críptico, ni lerdo
que, en tumultos de voces insípidas y ajadas,
al menos diga algo que no sean pavadas...)


Me decías ayer...
(pero, ¿era a mí a quien la voz decía?
¿era el apóstrofe, el interlocutor?
¿sería yo el tú? ¿tal vez sería
el paciente oidor,
que casi todo al fin digeriría
impasible al sabor,
serenamente oyente sin dolor,
sin odio ni alegría:
honesta cortesía
por interés sincero, o por favor...?)



¿Me decías ayer...?

Ya no sé qué decías.
Ya no sé si fue ayer.
Ya no sé si existías.

No hace falta saber.


                                * * *


Es un manso rumor la tarde, sin urgencia.
Quietud de un buen silencio
que traza el aire y gana la distancia,
ya sin reminiscencia,
ni esencia ni existencia,
ni olvido ni fragancia;
mudo, lo expando, avivo y quintaesencio,
celebro y reverencio,
en presencia de todo y sin ausencia,
ya sin tiempo, ni voz, ni circunstancia.