miércoles, 2 de noviembre de 2011

De la pena insomne




Entonces, sin palabras, con sigilo,
al balcón de la noche se asomaba.
Mientras, la luna llena comandaba
su tropel de dolor, que pasa en vilo.
Entonces, por el cielo navegaba
el solo corazón pidiendo asilo,
ardiendo heridas que, mellado, un filo
en la raíz del tiempo le sangraba.
Sola, la soledad… Atrás y abajo
y arriba y adelante ya florece
como un campo de sal y un mar de arena.
Del tronco de su noche, crece un gajo
de luz en la mañana que amanece
junto al silencio insomne de su pena.