sábado, 12 de mayo de 2007

Yugo

Una errática vuelta por allá y por aquí dio, en principio, este resultado.

Una reseña de una reseña sobre Romano Amerio, sacado del ostracismo, dicen.

Y un artículo dedicado a reseñar lo que el autor llama las 'homilías secretas' de Benedicto XVI, en las ceremonias de la última Semana Santa.

Me detuve en varias cosas, pero tendré que leer con más detenimiento (las traducciones, tienen lo suyo; mejor leer en italiano, si se puede...)

Por lo pronto, en la misa crismal del Jueves Santo a la mañana, Benedicto XVI sigue la expresión de san Pablo que invita a revestirse de Cristo. Explica allí el sentido de los ornamentos sacerdotales. Hay un texto patrístico que cita al hablar de la casulla:
Finalmente, unas breves palabras respecto a la casulla. La oración tradicional al colocarse uno la casulla ve representado en ella el yugo del Señor, que ha sido impuesto a nosotros como sacerdotes. Y recuerda la palabra de Jesús que nos invita a llevar su yugo y a aprender de Él, que es "manso y humilde de corazón" (Mt 11,29). Llevar el yugo del Señor significa ante todo aprender de Él. Estar siempre dispuesto a ir a la escuela con Él. De Él debemos aprender la mansedumbre y la humildad –humildad de Dios que se muestra en su ser hombre.

San Gregorio Nacianceno se preguntó una vez por qué Dios quiso hacerse hombre. La parte más importante y para mí más tocante de su respuesta es: "Dios quería darse cuenta de qué cosa significa para nosotros la obediencia y quería medirlo todo en base a su propio sufrimiento, esta invención de su amor por nosotros. De este modo, Él puede conocer directamente en sí mismo lo que nosotros experimentamos –cuanto es lo que necesitamos, cuanta indulgencia merecemos– calculando en base a su sufrimiento nuestra debilidad". (Discurso 30; Disc. teol. IV,6).