domingo, 12 de noviembre de 2006

Amigos y vasallos del Dios omnipotente

El santoral, para hoy, pone en primer término a un mártir de la iglesia católica en Lituania, allá por el siglo XVII: san Josafat.

Pero inmediatamente después está san Millán y su fiesta. Emiliano vivió más de 100 años a caballo de los siglos V y VI. Ermitaño cenobita, párroco fallido de Berceo -fallido por 'demasiado' caritativo, dicen-, anacoreta, piadoso, milagroso. Y pensar que su maestro, Félix, quiso enseñarle el Salterio y apenas si llegó al Salmo VIII...

Alrededor de sus lugares crecieron siglos más tarde algunos monasterios. El más notable fue el más antiguo y famoso San Millán de la Cogolla de Suso (es decir, de arriba); el otro, de Yuso (o de abajo), es posterior.

En el primero, inmenso lugar de monjes benedictinos, es donde se encontraron las famosas glosas a un texto latino, del siglo X, con las cuales da inicio oficial una serie de formas de hablar entre las que se cuentan el navarroaragonés, el paleocastellano y hasta el euskera.

Allí vivió en el siglo XIII el simpático monje Gonzalo de Berceo, aquel de los Loores y los Milagros de Nuestra Señora (también escribió una vida de su patrono monástico), aquel poeta de los versos alejandrinos como surcos vistos desde un tren a la carrera...

Hasta no hace muchos años, San Millán compartía -no sin debates y protestas, de un lado u otro- el patronazgo de España con el señor Santiago. Nada menos.