jueves, 30 de diciembre de 2004

Fin de año me pone generoso. Entonces, les voy a regalar una profecía. Barata, no crean. Nada espléndido. Lo que se puede ver desde aquí. Lo que puede ver uno que no es profeta.

Alguna vez se promulgará de modo indubitable, aunque no precise decretos, una religión laica. No será como las que ya hay, todavía barbechándose, en almácigo, confusas, mixtas, sincréticas. Habrá una verdadera religión laica que, por definición, tendrá las mismas exigencias de una verdadera religión. Será tan omnipresente, impregnará de tal modo todo que sin ella no será posible entender el cielo y la tierra. O lo que para una religión laica resultaren el cielo y la tierra.

Pero esa no es la profecía. Sino ésta: Cuando quede promulgada oficialmente una religión laica, una verdadera religión laica, mucho tendrá de esta mirada.

No importa que los empeños de escribidor del autor le hayan permitido, con barroquismo rampante y narcisista, aceitar y lubricar las afirmaciones más sosas, más remanidas. Algo de ingenio hay en los abalorios verbales, siempre.

Tampoco importa que trate de ser ecuánime. Todo lo ecuánime que pueda ser quien no es ecuánime. Ni importa que se aproveche de un episodio ya anquilosado en el centón de los lugares comunes políticos y culturales del siglo XX, o que se aproveche del juicio políticamente correcto que hay que tener tanto de los vencedores como de los vencidos. No habrá lugar para distinciones respecto de las razones y sinrazones de unos y de otros, como que ya no hay...

Tampoco importan muchas otras cosas que hay en esta primicia de la mirada que viene.

Importa la mirada. Porque el núcleo de esta módica profecía dice que así, en muy buena medida, será la mirada de la religión laica que venga, cuando viniere.

Así de bondadoso y comprensivo, de benévolo y balsámico, de justo a la vez que misericordioso, será el corazón de los ministros y de los fieles y, por el corazón, la mirada de los ministros y los fieles de la religión laica.

Y porque tendrá mucho de esto, será tan difícil para muchos creer, pensar, sentir y ver de otro modo. Creo que los que puedan ver, sentir, pensar y creer otra cosa y de otro modo serán mártires, o poco menos.