viernes, 24 de abril de 2020

Soneto VIII


Un día pasará. Será cenizas.
Y tal vez casi nada. (Nada, nunca.
No puede hacerse nada lo que ha sido.
Quizás el tiempo lo desguace en niebla,
y es poco ser la niebla. Pero es algo.)
No será el brillo del augusto bronce,
o la fiereza firme de la piedra,
o la presencia viva de lo amado.
Porque habrá de pasar, eso es seguro.
Como una hoja que se lleva el viento,
que nunca dice adónde se la lleva.
El día que eso pase, habrá pasado.
Y nadie lo sabrá, ni tan siquiera
la memoria que acuna los recuerdos.