miércoles, 22 de abril de 2020

Soneto VI


Toda esa sombra azul que el mar se traga
viene del cielo azul que lo vigila,
con su quietud azul de luz tranquila
que vigila por ver si alguien naufraga.
Y el cielo vela el mar que se perfila
devorando la tierra mientras vaga,
con un vaivén que él cree que la embriaga,
mientras la tierra, firme, se acantila.
El mar, yendo y viniendo, nos amaga
y mueve todo a nuestros pies y estraga
y su aleve rumor nos adormila.
Su prepotencia aturde y empalaga.
Desde la tierra, apenas, la pupila
destila esa mirada, que a él lo halaga.