El tiempo y la distancia, conyugales,
dirimen de quién es la lejanía.
Y dice el tiempo: Esa distancia es mía,
pude medir ausencias eternales...
Se ofusca la distancia: ¡Intelectuales!,
no era la eternidad lo que medía
tu paso... Así, la bronca discurría,
tan racionales como pasionales.
Los miraba guerrear y los oía:
eran la misma voz en musicales
contrapuntos de argucia y de ironía.
Tiempo y distancia absurdos..., me decía:
¿importa quién los mida, si son males
y si a años luz te dañan todavía?