domingo, 14 de abril de 2019

El viejo y las abejas


A la memoria de don Leopoldo Lugones,
a su modo

Festejan el día abejas de mayo
mientras que laboran su dulce rincón
y vierten el polen de todos colores,
y bulle entre mieles su preocupación.
Las niñas que cantan canciones de olvidos
olvidan que suena su suave canción,
ardiendo entre flores silenciosamente
mientras las abejas escuchan su son.
La miel se acompasa, feraz alimento,
y entonces despierta el triste gorrión,
que en cada cornisa batiendo sus alas
posa su librea de pardo marrón.
Murmullos de abejas poblaron la tarde
y crónico marcha con su diapasón
el reloj que duerme sus horas de hastío,
guardián sigiloso de la habitación.
La tarde dorada de melancolía
su spleen destilando invadió el balcón,
la ventana clara, la mesa, la alfombra
y al viejo que duerme en su oscuro sillón.
Él sueña canciones que cantaron mozas
y ya no recuerda cuál fue la ocasión,
pero ve unos rizos agitarse al viento
y una fruta fresca que ya está en sazón.
El viejo en su espasmo de frío de otoño
respira y parece, en su respiración,
que agitara tiernas memorias, jardines
de abejas que liban de la flor pasión;
lento se despierta feliz de su sueño
y sin pena alguna que frunza su ceño,
de pie, entre las sombras, toma su bastón
y sale a la noche que recién empieza,
zumbando recuerdos su imaginación.