lunes, 10 de septiembre de 2018

Las tres fronteras del "Martín Fierro"


Tengo el recuerdo no muy preciso de que esta conferencia llegó a publicarse hace unos 10 años en una revista de humanidades de una universidad de la provincia de Buenos Aires. La publicación no la encuentro en parte alguna entre mis papeles. Los años no vienen solos. Me queda la duda.

Con estas reflexiones, dos veces pude hablar del tema ante públicos jóvenes en encuentros universitarios y eso sí lo recuerdo bien.

Las tres fronteras del Martín Fierro: el espacio, el tiempo y la Fe, fue siempre el título que tuvieron estas páginas que -ante la duda- dejo al amparo de la bitácora. Si acaso, la próxima vez que haya que buscarlas se sabrá donde están.  

En la segunda oportunidad, agregué un apéndice sobre los Consejos del Viejo Vizcacha y de Martín Fierro. Lo dejo ahora como adelanto, por si fuera útil. Dice algo curioso de los argentinos a lo que me parece que conviene enfrentarse de una vez. Y ahora tanto o más que antes.

No suele dedicarse entradas por estos lados. Pero, si fuera el caso, dedicaría esta entrada a mi abuelo materno, don Nicolás, que era hombre de la tierra. Nació en los campos del oeste de Buenos Aires y hoy cumpliría 123 años. 

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Apéndice

Sobre los Consejos


Una mirada rápida nos dice que en el canto XV de la segunda parte del poema (1879), La Vuelta de Martín Fierro, están los consejos que el Viejo Vizcacha le ofrece al hijo segundo de Martín Fierro. Antes de terminar, en el canto XXXII, los de Martín Fierro a sus hijos y Picardía, hijo de Cruz.

Un recuento no menos rápido nos dice que en las 23 estrofas del canto XV, 21 son los consejos de Vizcacha y en las 31 del canto XXXII, Fierro ofrece unos 29. Claro que hasta allí todavía no hemos dicho nada de la calidad y densidad de unos y otros.

Este breve apéndice es simplemente para señalar un hecho algo curioso y que amerita, tal vez, una reflexión.

De los 21 consejos de Vizcacha, solamente mentando los más conocidos, 9 han pasado al acervo popular y lo han hecho como sabiduría gaucha de la mejor leche, o al menos así se los repite, sin distingos respecto de su procedencia. Incluso, aunque debería fundarse esto en una estadística más precisa, si eso hiciera falta, suele atribuirse a Vizcacha una representatividad de lo gaucho que no parece que esté fundada en ningún argumento sólido.

Veamos los más conocidos del Viejo:

Jamás llegués a parar
ande veas perros flacos
(II, 15, 2311-2312)

El diablo sabe por diablo
pero más sabe por viejo
(2317-2318)

Hacéte amigo del Juez
-No le dés de qué quejarse;-
pues siempre es güeno tener
palenque ande ir a rascarse
(2319-2324)

Hasta la hacienda baguala
cai al jagüel con la seca
(2335-2336)

Conserváte en el rincón
en que empezó tu existencia-
vaca que cambia querencia
se atrasa en la parición
(2339-2342)

Nunca escapa el cimarrón
si dispara por la loma
(2371-2372)

Cada lechón en su teta
es el modo de mamar
(2383-2384)

(el cuchillo) Debés llevarlo de modo
que al salir, salga cortando
(2413-2414)

Al que nace barrigón
es al ñudo que lo fajen.
(2419-2420)

En cambio, de los 29 de Fierro, apenas cinco han conseguido la consagración de ser repetidos del mismo modo.

Es mejor que aprender mucho
el aprender cosas buenas
(II, 32, 4611-4612)

Debe trabajar el hombre
para ganarse su pan;
pues la miseria en su afán
de perseguir de mil modos-
llama en la puerta de todos
y entra en la del haragán
(4655-4660)

Si la vergüenza se pierde
jamás se vuelve a encontrar
(4689-4690)

Los hermanos sean unidos,
porque ésa es la ley primera.
tengan unión verdadera
en cualquier tiempo que sea-
porque si entre ellos pelean
los devoran los de ajuera.
(4691-4696)

Ave de pico encorvado
le tiene al robo afición-
pero el hombre de razón
no roba jamás un cobre-
pues no es vergüenza ser pobre
y es vergüenza ser ladrón.
(4727-4732)


¿Qué pasó? ¿Cuándo y cómo y por qué lo que es opuesto a la idiosincrasia gaucha ocupó su lugar de ese modo? ¿Tergiversación?

Tal vez es tiempo de revisar nuestra identidad. Tal vez es tiempo de volver al poema con ojos mejores.

La vizcachización de la Argentina para algunos podrá ser simpática, pero es dañina. Y estamos en muchos sentidos dañados de vizcachismo.

Con ojos mejores, tal vez podamos martinfierrizarnos un poco mejor. No digo más, digo mejor. No digo más bombachas de gaucho y guardas pampas, ni boinas tejidas, ni rastras ornadas ni mate con bombilla, ni alpargatas de yute. Digo mejor. No más.

Tal vez hayamos sido víctimas del pintoresquismo, de la cáscara del asunto y no de su médula.