miércoles, 6 de junio de 2018

Manzanos


En Hombrevida, G. K. Chesterton, dejó como portada de la historia de Inocencio Smith este poema breve, que dicen escribió a principios del siglo XX:
Eclesiastés

There is one sin: to call a green leaf gray,
Whereat the sun in heaven shuddereth.
There is one blasphemy: for death to pray,
For God alone knoweth the praise of death.

There is one creed: ’neath no world-terror’s wing
Apples forget to grow on apple-trees.
There is one thing is needful: everything
The rest is vanity of vanities.

Hay entre nosotros una traducción conocida que firmó N. Montes de Oca.

Hay un pecado: decir que es gris una hoja verde—
Y se estremece el sol ante el ultraje;
Una blasfemia existe: el implorar la muerte,
Pues sólo Dios conoce lo que la muerte vale;
Y un credo: no se olvidan de crecer las manzanas
en los manzanos, nunca, pase lo que nos pase;
Hay una cosa necesaria: todo;
—El resto es vanidad de vanidades.


Y hay otra que es versión libre firmada por Jerónimo del Rey, es decir el P. Castellani.

Hay un solo pecado: pensar que el Sol no existe;
una sola blasfemia: que la Verdad es triste;
un peligro temible realmente:
tener mancas las manos de la mente.

Sacrilegios hay uno tan sólo: hacerse grandes,
matar igual que Herodes al niño-dios en mí,
ir en avión al cono de las Andes
para vivir ángel frustrado allí.

Sólo hay un vicio, un vicio: vivir de té beodo
y no tocar el vino por no soltar verdades.
Sólo una cosa hay necesaria: Todo.
El resto es vanidad de vanidades.



Pensando en estos días, volví a esos versos, tan potentes y tan condensadamente representativos del credo entero de Chesterton.

Dos cosas me demoran.

Una:

Una blasfemia existe: el implorar la muerte,
Pues sólo Dios conoce lo que la muerte vale...


porque hace años la tengo presente y hoy más. No sólo tiene un fuerte sentido personal como es claro, lo que ya es bastante. No solamente alude al Precio que se pagó por nuestro rescate, algo que Dios conoce mejor que nadie. Pasa que hoy la muerte es de tantas formas implorada que la blasfemia puede hacerse inmensamente ronca y terrible.

La otra, es más curiosa todavía, aunque igualmente densa:

There is one creed: ’neath no world-terror’s wing
Apples forget to grow on apple-trees.


Ninguno de los dos traductores tradujo realmente estos versos, sobre todo porque no tradujeron la segunda parte del primero: ’neath no world-terror’s wing.

Y hoy sería muy necesario recordarlo, como jaculatoria esperanzada. Porque el mundo puede ser ese mundo.

El mundo de los que sufren y el mundo a secas puede estar cubierto por alas terroríficas de toda laya, desde lo más alto corrompido hasta lo más bajo y abyecto.

Pero los manzanos no olvidan dar manzanas por eso. Por negro que sea el aire endemoniado, por doliente que sea el corazón de los que sufren.

Y eso es un credo. Todo el poema lo es.


¿Diría lo mismo hoy Chesterton, más de cien vertiginosos años después?


Es precisamente ahora cuando hay que decirlo y repetirlo y no olvidarlo.


Y por eso mismo creo que lo diría: era su credo.