martes, 1 de abril de 2014

Advertencia del otoño



Te lo dije.
No toques el silencio.
Es la paz de los zorzales.

Y te previne: No lastimes la luz.
No navegues sin puerto.
No siembres la discordia entre las flores.

(Te lo advertí, ¿me oías? ¿me creíste?)

Ya no importa: es abril.


Ahora,
sin saber cuándo ni dónde,
habrá una tempestad de murmullos como arena
que estallarán, a cada paso,
hirientes como memorias entre sombras de ángeles.

Los ojos se abrirán en grietas polvorientas.

Y una tarde cualquiera,
tal vez al otro lado del mar,
un viento sable tajará los aromas de los días.

Entonces los minutos serán fríos como niebla de mayo,
grises como espadas, hasta el filo del tiempo,
apenas lágrimas yermas.

Y será junio, al fin, ya sin remedio.