martes, 27 de agosto de 2013

(Incipit)


omo es agosto, así fue el día desde media mañana, mermando el frío, dando sol al cielo.

Hoy día, el último martes del mes. Para cumplir con agosto, será.

Casi como el verdadero agosto. El que no había sido hasta hoy. El del viento sostenido y el aire fresco y claro. Como es aquí, en el sur.



Se ve que el pelícano sabe eso, se diría que lo sabe casi antes de que pase.

Por eso, a media mañana, empezaron a entrar por el cielo, me parece que viniendo del nordeste y desde el este. Otra vez rumbo al sur, en su bandada.

No eran muchos al irse, aunque es difícil saber cuántos eran. Tan difícil como saber si volvieron todos los que partieron. Creo que no.

Pero, y aunque era casi el final de una travesía, se los veía animosos. En especial, a unos pocos de ellos. No recuerdo haber visto partir ejemplares tan joviales. Pero los veo volver -¿volver? ¿llegar?- ahora. Y le dan un aire vigoroso al vuelo desgranado de la bandada migrante. Parecen como nuevos en el pago. Tal vez.

Les queda un trecho todavía hasta donde harán sus nidos. Ya llegarán dentro de poco. Y se asentarán. Por otro tiempo, al menos.

Ellos saben sin saber ahora que sabrán cuándo llega la hora de levantar vuelo otra vez.


Pero, mientras, aquí están.


Incipit pars secunda pelecani.