domingo, 5 de septiembre de 2010

Il Trionfo del Tempo e del Disinganno (II)

Ya en el llano, otra vez. Y así es como tengo sol al este de las pampas y queda lluvia y algo de nieve allá, al sur. Y creo que sé por qué. Pero mejor no me pregunte.

Vengamos a lo de hoy.

La primera parte de esta nota apareció en enero de este año y se refería al oratorio de Haendel que lleva ese título, obra de juventud (de la juventud de Haendel, claro…) Dicho sea de paso, veo que dejé incompletas allí algunas cosas que no retomaré ahora, pero que tienen su miga. Por ejemplo: sigo creyendo que Belleza triunfa del Tiempo y el Desengaño y que Haendel diga lo que mejor le pluguiere decir. Pero, no. No trata de nada de eso esta quisicosa hodierna.

(Y entonces aquella entrada no viene siendo la primera parte de nada, en realidad; de donde tampoco ésta es la segunda, bien se entiende...)

Porque lo que me preocupa ahora es que tal vez dejé traslucir aquella vez algún desdén por mi querida Cecilia Bartoli, que me apuro a reparar, si acaso fue eso, que no creo. El daimon de la Bartoli, se ve, se asoció con el mío propio para que presto desfaga ese entuerto, sin más dilación.

Pero también está el hecho de que, ya que andamos de paso, dejaré aquí dos interpretaciones de la Bartoli que tienen la misma música aunque distinta letra y que pertenecen a obras distintas. Y eso porque así lo quiso Haendel que compuso, unos tres años después de Il Trionfo, una ópera inspirada en asuntos y personajes de Torcuato Tasso y su Jerusalén liberada, ópera que se llamó Rinaldo, y que tenía por agonista primero a uno de los personajes de il Tasso, Rinaldo precisamente, héroe cristiano del 1100 que se alista para conquistar Jerusalén, en manos sarracenas, y por pedido de Godofredo quien, para incentivarlo, le ha prometido para la ocasión la mano de su hija Almirena. Ella es la que canta una de estas arias que traigo a cuento, cuando, raptada por los moros, le pide al rey musulmán que la libre y le permita volver con su amado Rinaldo.

Esta obra de Haendel no me entusiasma asaz, justo es decirlo. Pero, pero…: no olvidar que esta cuestión es lateral y la Bartoli es central.

Más allá de todo, permítame un bocadillo. Porque, mientras oía las comparanzas, me quedé pensando qué diría de sí mismo un compositor de estos tiempos nuestros (y qué dirían de él su público y los críticos y…) si, como Haendel, usara la misma melodía para dos obras distintas en apenas 4 años.

Si hiciera falta, es una curiosa muestra de la distancia entre nuestros días y lo que se entendía por originalidad antes de que llegáramos a este valle, con tantas y tantas de nuestras originalidades.

Oiga, buen hombre, muy interesante todo, pero, ¿sigue hablando zonceras o…?

Disculpe, caballero… Mil perdones, vea. Tiene toda la razón.

Distinguido auditorio: a continuación Cecilia Bartoli interpreta, en primer lugar, Lascia la Spina, aria de Il Trionfo y, en segundo término, Lascia chio pianga, aria de Rinaldo, ambas de Jorge Federico Haendel.






A la salud de vuestras mercedes.