También se coló Leonardo Castellani en las pláticas y cosas de decir que hubo en esos días. Hubo que levantar una vez más la bandera de su poesía maltrecha, pese al diktat del insigne tucumano que, estoy seguro, me amonestaba cordialmente desde el cielo de los poetas, negándole la entrada en verso..., porque en prosa dice el tucumano que es buen poeta.
Ya en la pampa, me quedé repasando algunas páginas del buen cura, para hacerle toda la justicia perfecta que un mortal podría hacer. Volví a leer su poesía y otras líneas.
¡Qué cosa difícil es! ¡Cómo no se deja enlazar el hombre! Uno quiere hacer el bien y él dale que sí y dale que no, y se resiste y contradice y, al fin, lo que es más desalentador, parece empeñado en darle la razón al insigne...
Pero me pasó que encontré unos versos que había olvidado por completo.
Hace varios años, conseguí la segunda edición de Las muertes del Padre Metri. Es de 1942 la primera y se llamaba Las 9 muertes del Padre Metri. Ésta que tengo entre manos es la de 1952 (hay una tercera de 1978) y tiene una cantidad de agregados. Calculo, por los tópicos de algunos textos, que volcó allí lo que destiló en los años que van de la primera a la segunda y que son los más duros de su vida. En poemas agregados, por caso.
Allí estaban entonces estas décimas.
Y claro: lo de siempre.
Hay momentos difíciles de salvar y otros condensados y felices que, admito, no son ni todos ni la mayoría. Pero suele ser que cubren la nube de sus faltas líricas la potencia de lo que dice y el acierto de síntesis, urdido más allá de la técnica, por cierto.
Si fuera que Dios le diera más acierto en la herramienta...
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(*) En la edición de 1978, el título es Canción del silencio. Si fue él quien lo cambió, no hizo bien, me parece: es mejor el viejo.
Actualizo la entrada porque, siempre atento y de memoria envidiable, Hernán me apunta que con el nombre algo mejor de Las décimas del silencio, la canción está en El Libro de las oraciones, página 393. Es cierto que para entonces, Castellani le había cambiado el final y no creo que para mejor:
Y si tienes que dejar
la última esperanza a un lado
es fácil morir callado
cuando es inútil hablar…
Es más fácil expresar
su ser en un comedido
gesto de león herido
que se tumba con desdén
que andar y explicarse a quien
nos odia y nos ha... fundido.