martes, 5 de enero de 2010

El Niño rey



Andaban la noche fría
y el desierto iluminaba
la estrella que les fue guía.

Miraba Gaspar, miraba
Baltasar lo que veía
Melchor mientras caminaba.

El cielo que se encendía,
la noche que se doraba
como al sol del mediodía.

Llegaron y se notaba
que la luz que aparecía
no era el cielo el que la daba.

Un buey brillaba y reía,
en luz la oveja balaba
y un burro en luz refulgía.

La piedra rústica alaba,
baila el pastor y alegría
el pasto seco lloraba.

Ven que se encienden a día
las sombras, que ya no estaba
la noche negra y vacía.

Y el Niño que jugueteaba
con la Doncella María
y José que contemplaba.

Ya Baltasar se postraba,
ya Melchor honor rendía,
y ya Gaspar se inclinaba.

Qué regia la cofradía:
qué regalos regalaba,
cuántos dones ofrecía.

Y el Niño cómo gozaba
esas gracias que le hacía
cada uno que llegaba.

Y a cada cual bendecía
el Niño, mientras clareaba
la Noche de Epifanía.