lunes, 2 de noviembre de 2009

Día de muertos

Si todo ese dolor de muerte fuera
la única voz que clama en el desierto,
toda la vida sería prisionera
de ese desierto y de ese reino muerto.
Pero, no: no es así. La muerte pasa,
pasa el dolor y hasta la voz que grita
en el desierto. Porque todo pasa.
Porque la vida muere y resucita.
Y entonces ya no muere. Y seguiremos
siendo después. Y ese dolor que aprieta
y deja muda el alma con la muerte,
ya no tendrá esa voz que clama inquieta.
Nueva será la voz y entonaremos
con ella un Gloria bello, claro y fuerte.