sábado, 3 de enero de 2009

Día 3

“Día 3. Arrepentirse sí, pero cuando es debido y después de mucho pensarlo.”

Me decía alguien a propósito de estas Florecillas que vengo glosando, que se le hacía que Braulio tenía algo de Nietzsche; algo, no que fuera Nietzsche derecho viejo.

No le falta algo de razón, y parecerá así en alguna que otra. En esta tercera, podría ser, para empezar. Pero hay otras.

Pero creo que si algo tuviera, habría que acreditárselo a Nietzsche, más que a Braulio. Porque a veces el alemán acierta, siquiera fenomenológicamente. Y a veces Braulio falla, al menos en la forma de decir.

Tal vez esta tercera Florecilla tenga un poco de eso. Sin embargo, permítame que le diga, creo que si bien podría volverse venenosa, no es para tanto.

Después de todo, ella misma arranca con un verbo poco nietzscheano: Arrepentirse...

Veamos.

Bien mirado, y por una parte, todo hombre –menos dos– arranca igual. Según su condición real y natural, es un penitente en potencia. Viva un poco y tendrá ocasión de ser un penitente en acto, ya verá.

Pero allí nomás los caminos de Federico y Braulio –si andaban paralelos– se muestran divergentes. Porque las salvedades de Braulio, inmediatas al “arrepentirse, sí...”, no deshacen la indigencia natural del hombre. Si acaso la confirman, fíjese. Lo que tampoco hacen es maldecir la natura y mucho menos mancharla insalvablemente. Tanto como queda claro que, a esa natura, Braulio no la pone por los cuernos de la luna de modo tal que no le sea dada la ocasión precisamente de arrepentirse.

Pero resulta también que Nietzsche no tiene el copyright del grito contra los pusilánimes. Ya se ve que en lo que Braulio dice hay una admonición severa: oiga, mi amigo, pórtese como un varoncito...

Y no por eso de que los hombres no lloran, sino, y precisamente, porque toda virtud requiere coraje. Y sobre todo lucidez.

¿Qué quiere decir “...pero cuando es debido y después de pensarlo mucho”? Hay quien se detendría con apetito voraz en esa letra chica del contrato, y casi pasaría por alto el “arrepentirse, sí...”, tal vez por obvio o, quizá, por incómodo.

Pero.

Lo mal que haría. Claro que suena como si dijéramos ‘solar’ ese cuando es debido. Suena hasta un poco bravucón, demasiado erguido. Casi insolente. Y otro tanto para el después de pensarlo mucho.

Una figura de penitente no debería pedir ni dar muchas explicaciones. Su contrición -y aun su atrición– parece que debería ser curva, aterrada, simple. Como es verdad que, en principio, un penitente debería saber qué busca con su arrepentimiento.

Pero allí es donde los matices ganan terreno. Bastaría un paseo breve por la etimología, por ejemplo. Arrepentirse nos lleva a pena y pena va a dar a punir y todo eso nos lleva –a través del sánscrito- a purificar, de donde la pena es el medio para purificar, y purificarse. Otro tanto y más claramente para purgar, cuya raíz es más nítida todavía. Ahora bien, si uno asociara no caprichosamente a ello la palabra castigo, tendría que llegar a casto, es decir a lo mismo.

Arrepentimiento, purgatorio, punición, pena, castigo, tendrán el sonido que usted quiera (y probablemente tengan un sonido que usted no quiere...), pero apuntan a la purificación, a volverse puro, a volverse íntegro, a alcanzar perfección.

No es culpa mía. Es el diccionario.

De donde, bien mirado, si hay que arrepentirse es porque uno no es puro, ni perfecto, ni íntegro de tal suerte que nada le falte. Tampoco parece que el arrepentido sea por lo mismo autosuficiente. Tan indigente como contingente.

Pero parece que la Florecilla dice lo contrario, de algún modo. Porque parece que se da a entender que quien se arrepiente es ni más ni menos que uno que ya es puro, de algún modo. Y parece decir entonces que un puro concede su arrepentimiento, como un ricachón dejaría caer 10 centavos a los pies de un menesteroso. Como parece decir que el puro se arrepiente si quiere y porque quiere –en un acto generoso y desprendido de su integérrima libertad–, y lo hace cuando quiere y si le conviene.

Sí: pero parece, nada más.

Hay un sentido claro y no rebuscado de la Florecilla que indica que efectivamente uno debe arrepentirse. Ese mismo sentido permite sostener que debe arrepentirse cuando es debido y dice, a la vez, que hay que pensarlo mucho (y bien...)

No solamente Nietzsche detesta a los esclavos pusilánimes, de servilidad abyecta y babosa. Dios, por su parte, quiere que nos comportemos como hijos.

Podrá darle a alguno la impresión de que la Florecilla habla sólo del orgulloso coraje erecto de un hombre erguido. Pero en realidad creo que habla sobre todo de la humildad del penitente. ¿Pensarlo mucho porque no debería arrepentirse? No, pensarlo mucho porque debe saber de qué arrepentirse. Y también cuándo.

Porque, por lo pronto, y en términos si se quiere naturales, es el orden mismo de la virtud lo que exige esa prudencia, esa penetración del espíritu que indica cuándo hemos hecho algo que debemos deshacer, la misma prudencia que indica el modo debido de deshacerlo para reintegrar nuestra integridad herida o desintegrada. Incluso cuando el modo debido es anonadarse y aterrarse ante su Padre para arrepentirse, aunque ese modo no se ve ni se hace con las solas fuerzas del que se inclina.

Ahora que lo pienso, creo que con esta Florecilla bastaría para hacer una historia de las religiones, fíjese lo que le digo, y creo que no exagero mucho. Incluso, claro, una historia del cristianismo.

Solamente con mirar atentamente cada término y explicar qué se entiende en cada caso, saldría una historia del judaísmo, del protestantismo, del Islam. Como de otras filosofías o corrientes orientales, occidentales, lo que quiera.

También saldría de allí una historia de las formas en que el propio cristianismo –y más específicamente el catolicismo– ha entendido no solamente la relación del hombre con Dios (que es lo propio de la religión), sino la forma en que ha entendido la creación misma de Dios y más propiamente al hombre.

Y creo que importa sobremanera entender qué han entendido, porque según lo que han entendido, así obran, tanto en el orden natural como en el sobrenatural.