miércoles, 1 de octubre de 2008

La caída del Muro Street

¿A quién o a qué le puedo echar la culpa?

¿Cómo llegué a entreverar en mi imaginación al dragón con las hipotecas de los plomeros de la Norteamérica?

Tal vez fueron los efluvios de estos días de 'gripa' violenta (una mella de la primavera...), eso podría ser: porque el estado febriscente puede hacer esas cosas.

(No es culpa ciertamente de los cuidados y mimos de la casa, que si uno midiera por eso, el mundo sería un lugar benevolente, atento, cordial y misericordioso.)

La cuestión es que, con el rabillo del ojo entrecerrado -arrebujado bajo tres frazadas, con un té humeante sobre la mesa y sin ganas de fumar (gravedad grave...)-, oía caerse ese trasgo que dizque se llama sistema financiero global, como si un dragón (que no es el chino, necesariamente) demoliera con su cola furiosa las piedras del muro street.

Como tambores guturales, sonaban unas voces rarísimas: hold out, hold down, subprime, down payment..., que en mi delirio creí que eran cantos de festejos de alguna tribu antropófaga (bueno, sí, en cierto sentido, sí, claro...)

Entre los velos neblinosos de la febrícula, también oía como en eco a los lenguadeserpiente de un lado y otro y a los gurúes sabihondos, todos diseñando lo que viene. El optimismo poco convincente de los usureros que quieren revancha (y que dicen orondos -pero tembleques- que el mundo del 2009 no es el mundo de 1929...); la risotada babeante de los vero o pseudo progresistas, lúcidos profetas del pasado; los 'ni' sinuosos de timoratos que festejan o se lamentan al compás del resultado minuto a minuto de lo que dicen los noticieros sobre las bolsas del mundo.

No, estoy de acuerdo: no es la mejor manera de ir pasando esa molida a palos que es la gripe. Pero es lo que hay. Al mundo se le ocurre eructar, justo cuando a uno le sube un poco la fiebre y le cruje la gastada osamenta...

Me gustaría terminar lo que venía diciendo en estos días pasados sobre las palabras o el dragón, que apenas me quedan un par de apuntes. Pero tendré que esperar hasta que pueda.

Mientras tanto, tecleando todavía, tecleo estas tonteras sobre el muro. Y pienso si importa tanto el paso inmediato siguiente, lo que viene-lo que viene, lo de dentro de unas horas.

Será la convalecencia, concedo, pero me parece que no.

Hay una cosa que es el dragón de este mundo. Y es la cara del dragón de este mundo la que no cambia, hasta que desaparezca. Una cara proteica que puede asumir formas que hasta opuestas y contradictorias son, pero que no lo son.

¿Así que al capitalismo rapiñero de los financistas le sigue el delicioso paraíso de la por fin inmarcesible redistribución de la riqueza? ¿Así que a la dictadura de los usureros le sigue la madreteresa de los que tienen petróleo, arroz, soja o agua en sus países pobres y explotados y que ya no se van a dejar explotar más? ¿Así que ahora viene el Reino?

No, miren, échenle la culpa a la fiebre, pero no lo creo.

Lo que me parece -y échenle la culpa a la gripe- es que si vamos a cambiar un orden por otro, vamos a pasar de la usura, el despotismo y la opresión al despotismo y la opresión (con un poco de usura, también, por qué no...)

La fiebre da permiso para hacer profecías baratas: el remedo de justicia, la caricatura de misericordia que puede ocurrírsele al dragón ahora, en algo será peor que la prepotencia de los usureros inmisericordes, porque parecerá mejor que la usura. Pero ese remedo de justicia, esa caricatura de misericordia no serán sin violencia primero, tan cruel como la violencia de los usureros. Y eso porque ni es justicia ni es misericordia.

Y me vuelvo al catre, que me está haciendo frío y ya unas manos bienhechoras me sirvieron una taza de algo caliente y reparador.

Porque hay que estar entero y repuesto para la 'felicidad' que se viene...