martes, 27 de mayo de 2008

Un bel di di maggio

El día amaneció temprano, oscuro, algo húmedo, lloviznoso. Fantástico.

Ideal para un paseo al aire libre y frío de mayo, tonificante. Y para pararse a conversar con los vecinos del alba o con cualquier desconocido viandante y allí nomás espetarle a boca de jarro algunos intríngulis y algunas que otras preguntas misceláneas.

Después, ya en la cueva, otra vuelta de mate, tostar un poco de pan (de ayer, sobrante, migajas crujientes), saborear un Caporal y volver al rudo trajín de consuetudo, sembrado de grandezas (ajenas) y miserabilidades (propias) que hacen pensar sensatamente en que Dios ha hecho bien las cosas y más que bien.

Entonces, por ejemplo.

¿Por qué Hans Küng habla de la verdad? Y nada menos que de la verdad como aire y sustento social y político, aire y alimento que si se enrarecen, matan. Y matan algo que no se ve ni se toca pero que tiene su propio modo de enfermedad y hasta de muerte.

¿Por qué Martín Becerra está enojado con Ernesto Tenenbaum? Y por asuntos de capillas de capillas, bien miradas las cosas. Y de capillas de capillas locales (a los extranjis de paso: atención, sin guía turístico-periodístico no sé si entenderán del todo todo...), aunque tocando asuntos que no son exclusivos de estos debates que tanto gustan a las escribanías y locuacidades locales.

¿Por qué Nicolás Casullo busca la faz de su oponente a la derecha, con tantas ganas y con tanto lloriqueo y con tantas vueltas y jerga, y un poco como a los palazos de ciego? Aunque habría que preguntar antes a quién le habla, quién quiere que se entere de lo que tan sesudamente está develando como un oráculo cimarrón. Porque, hasta donde sé, no está escribiendo en una bitácora que puede darse el lujo de no ser leída ni siquiera por quien la escribe, sino que dice lo que dice en un matutino masivo (fino certo punto...)

Pregunto yo, además, ¿qué tienen en común estas tres piezas? Porque les prevengo que son primas carnales. No digan después que no avisé.

¿Cómo dice, vecino? ¿Que a usted no le importa un comino de todo eso?

Y claro, tiene toda la razón. Es lo que dije: grandezas (ajenas) y miserabilidades (propias).