miércoles, 28 de mayo de 2008

Lianas

- ¿Y? ¿Qué se cuenta? ¿Cómo amaneció hoy?

- Bien, fíjese. De lo más bien. El día fresco-frío, ventoso. El mundo es el mismo de ayer noche, por ejemplo. Nihil novum sub sole... No está mal. Tuve que cambiar de yerba, eso sí, ando medio perdido, porque en la casa compramos al mayoreo y vienen de dos marcas. Y parecido no es lo mismo, sabe...

- Oiga ¿Me va a decir que con todo el batuque de ayer tarde y noche no pasa nada para usted?

- Y, mire... No es por hacerme el estrecho, pero creo que ya le dije vez pasada que para andar detrás de la política-política y mucho más atrás de la política de mierda hay que tener una paciencia de oriental...

- Pero, ¿qué me está diciendo? Si usted mismo anduvo hablando de las cosas del día esta semana y más...

- Sí y no. Lo que quise es ver cuánto hay o cuánto se puede ver a través de lo que se ve. Porque, para ser francos, ¿quién sabe qué es lo que están discutiendo estas gentes? Lo que están discutiendo en realidad, digo. A usted mismo, si le hago cinco preguntas sobre cualquier cosa de lo que pasa o va a inventar o me va a contestar con lo que sale en los diarios o con las declaraciones de un lado y otro dichas para que se publiquen. Así se hace medio difícil. Mejor hablar de lo que uno puede hablar.

- Claro, diga la verdad, ya se cansó...

- No, no es eso. Pero, un poco sí, le digo la verdad, no mucho: un poco. Además, en cualquier momento que uno retome el tema es más o menos lo mismo. Algo hay para decir, no crea, pero es una especie de subtotal. Igual es un subtotal de lo que me interesa y de lo que creo que hay que mirar. De lo otro, ¿yo qué sé? Si las oficinas de NK en Puerto Madero son de Elsztain que tiene 400 mil hectáreas de soja y más en la Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, o si Buzzi es un agente provocador del gobierno para terminar sometiendo al campo, o si los pules de siembra, o si Cargill, si el Club de París y Alstom, si Alberto F. sube o baja, si Chávez aprieta o afloja, o si a la Rural le conviene el lío y se alió con Brasil que azuza el griterío porque también le conviene, o si... ¿Ve? ¿Qué me dice de todo eso? ¿Lo sabe? ¿No lo sabe? ¿Importa o no importa?

- ....

- ¿Se da cuenta? Por eso. ¿Sabé qué? Lo que sí encontré es un temita por ahí. Medio disparate es, pero alguna crema sale de esa leche, me parece. Fíjese...

Y así fue que la vuelta de diarios con la red me dejó dos pescados.

ver


Wainfeld, Mario hacía por allí un comentario curioso y zumbón que tenía gracia. Todo a propósito de lo que parece que a esta altura es una vereda rentable para la prensa: decir a los cuatro vientos las ganas que tenemos todos de que la terminen de una vez con el griterío y la pelea de locas. Será que sale así en el oráculo de Gallup. El caso es que para disparar sus reflexiones mezzogandhianas, el escribiente motiva al lector con un relato:
Según la fábula, un importante país necesita (vaya a saberse por qué oscura razón de Estado) que un campesino ruso se case con una hija de Rockefeller. El mediador designado viaja a Rusia, entrevista al campesino. “¿Usted se casaría con una americana?” “Jamás –responde el campesino–, no me gustan las gringas, flacas y huesudas. Yo quiero una mujer sana, con caderas amplias y pechos generosos, que tenga una buena dote.” “¿Y si la yanqui tuviera esas características físicas y fuera hija de Rockefeller?”, insiste el diplomático. “Entonces, podría pensarlo”, concede el campesino, incrédulo.

El mediador viaja a Europa, se reúne con el presidente de la Unión de bancos suizos. “Necesitamos que le den un puesto en el directorio a un campesino ruso”, espeta. “¿Usted me toma el pelo?”, le responden en suizo-alemán. “Le aclaro que el hombre será yerno de Rockefeller.” “En ese caso, podríamos concederle”, se aviene el banquero.

Rockefeller casi le arroja un teléfono cuando le pregunta si le pintaría que su hija contrajera nupcias con un campesino ruso. Pero cuando nuestro gestor le agrega “el prometido será un miembro del directorio de la Unión de bancos suizos” una sonrisa le llena el rostro.

El mediador aborda a la mujer, le ofrece como prometido a un directivo de la banca internacional. “Jamás me casaría con un hombre del mundo de mis padres. Quiero salir de la jaula dorada, quiero alguien distinto, que conozca otra vida.” “El hombre que la pretende –-agrega en triunfo el diplomático– es un campesino ruso.” “Ah, eso es otra cosa.” Objetivo logrado por obra y arte de la construcción paso a paso.

La leyenda enaltece la diplomacia en varios pasos, la necesidad de ser creativo para lograr un objetivo que afecta intereses variados. Las tratativas necesitan rodeos, seducciones, exploraciones. Y se concretan en estadios sucesivos si existe alguna afinidad de intereses y muñeca en los que buscan el objetivo.

Que diga que se le atribuye a Henry Kissinger el ingenio, que diga que la parábola fue dicha por Jorge Taiana en la Cumbre de Mar del Plata y que la aplique al único asunto que tenemos entre la tierra y el cielo aquí y ahora, ya es interesante. Pero más lo es el contenido del cuentito, el concepto de política (y de diplomacia), los modos de negociación. La ética del negociador. Los intereses que movieron el periplo diplomático.

Una belleza, me pareció. Para un tratado, si hay tiempo y ganas.

Anoté el punto, pero seguí de largo.

Y así fue que me encontré con más amor y desamor en el matrimonio, ya que de casorios estábamos hablando.

Porque resulta que una sala de una Cámara Civil de la ciudad corrigió un fallo de un tribunal y su dictamen se volvió noticia. En realidad, el asunto que destacaron es lo que escribió uno de los jueces y que fue lo que votaron sus colegas.

Y esto se me hizo tan significativo y subtancioso, como interesante me había resultado el cuentito del mujik ruso que se casa con la hija del magnate yanqui.

Más todavía cuando me puse a curiosear en el asunto. (Y aquí un ruego para lectores avenegras o aledaños: no encuentro el fallo en cuestión por ninguna parte, ¿alguna sugerencia u orientación...? Merci.)

Tuve suerte, dentro de todo. Porque fui a dar con un trabajo chileno, de cuando se discutía la ley de divorcio en Chile, que ya no se discute porque la pusieron en 2004. Allí, entre otros autores, aparecen unas citas del doctor Mizrahi, Mauricio Luis de un libro suyo de 1998 (Familia, Matrimonio y Divorcio. Buenos Aires: Ed. Atenea, 1998), donde dice exactamente lo mismo que lo que ahora dice el fallo que levanta polvareda, como novedad.

Quizás lo que no se repara suficientemente es que el matrimonio requiere consentimiento de dos personas, durante toda su vida. Si uno de los cónyuges se niega a perseverar en esa unión, nada puede hacer el Derecho para obligarlo a permanecer unido a su cónyuge. Una visión así, al revés de lo que sostienen sus detractores, dignifica el matrimonio, lo hace más exigente. Mauricio Mizrahi expone lúcidamente este punto de vista: “Discrepamos de quienes consideran que el matrimonio, desde el punto de vista de su regulación legal, ha descendido a la categoría de cualquier estipulación contractual. No cabe duda de que ya no escla institución inmutable y de naturaleza sagrada de antaño; pero de ahí no puede deducirse que se produjo su degradación. En todo caso, el requisito del afecto subsistente que, en mayor o menor grado, se ha filtrado como una exigencia en las legislaciones posmodernas y que formalmente se traduce en la necesidad de un consentimiento permanente para evitar la ruptura, constituye para nosotros un verdadero acto de dignificación y de sublimación de la institución matrimonial, y ello en la medida en que importa otorgar una preeminencia al contenido de la relación por sobre los meros aspectos formales”.

Continúa Mizrahi con una exposición que comparto: “Creemos que repugna a la sensibilidad del hombre que la ley imponga una perpetua o cuasi perpetua vinculación personal, contraria a su voluntad. Se traduciría en una degradación moral del cónyuge, en cuanto se lo constriñe a un compromiso de amor para el futuro; a una deshumanizada convención, tras una suerte de entrega espiritual del sujeto. Hay dignificación, en suma, en los intentos de las leyes contemporáneas de no inmiscuirse en lo más profundo de la intimidad de los individuos; en respetar sus decisiones personales —sin la contrapartida de absurdas y obsoletas sanciones— en este ámbito tan delicado en el que está involucrada nada menos que la integridad ética de la persona humana” (pág. 172).

(...)

También es necesario considerar que dado que el divorcio es una institución muy antigua, las concepciones respecto de él han ido cambiando, y consiguientemente se han ido modificando las legislaciones mediante transformaciones que a veces han dejado subsistente, en parte, lo antiguo. De manera que en ellas concurre lo nuevo y lo antiguo, a la vez. En suma, en materia de divorcio se observa un cierto proceso inacabado y una fuerte discusión doctrinal (desconocemos en Chile esta discusión porque lamentablemente aquí hemos estado en el debate de una cuestión anterior: si se legisla o no sobre el divorcio vincular). Y en estas trasformaciones que se observan en el derecho comparado, se han ido dejando de lado el divorcio por culpa y las facultades del juez para rechazar el divorcio, pero en un proceso relativamente lento y complejo. Por ello las legislaciones son raramente puras.

Mizrahi ofrece un acabado relato de las razones por las cuales la doctrina mayoritaria ha rechazado el divorcio por culpa, que son distintas a las consideradas por Hernán Corral. Las razones que menciona Corral a favor del denominado divorcio remedio no constituyen propiamente, en verdad, las razones más profundas que llevaron a la doctrina a acoger el divorcio remedio y rechazar el divorcio por culpa.

En efecto, Mizrahi argumenta contra el divorcio sanción o por culpa, con base, en síntesis, al desarrollo de las siguientes ideas: 1) Durante el proceso de divorcio es muy improbable la determinación, con un grado razonable de certeza, del real responsable —si es que existe— del fracaso conyugal. 2) Pero no sólo se trata de una cuestión de prueba, sino que se cuestiona la existencia misma de la culpabilidad exclusiva de un cónyuge (o, si se quiere, la inocencia del otro). 3) El desarrollo del proceso contradictorio inculpatorio desencadena perniciosas consecuencias en el núcleo familiar, especialmente en los hijos, por la especie de guerra judicial que se crea entre las partes durante el pleito. 4) En el juicio, un tercero —el juez— se inmiscuye en aspectos de la intimidad y privacidad de la pareja que quizás ellos no quisiesen que quede magistrado en un tribunal (págs. 196 y ss).



El hilo débil -o no tanto, a mis ojos- entre el mujik casadero de Kissinger y el 'no te quiero más...' judiciable de Mizrahi, me dejó pensando, porque hay cosas en ambas cosas que bien valen un comento, creo.

- Claro... Y todo eso para no decir lo que piensa en realidad del gobierno y del campo...

- Pero, no sea ganso, cumpa. ¿No se da cuenta?

- No, no me doy...

- Por lo pronto, fíjese bien: hay una cosa que en 1998 no era ni fue noticia y tal vez debería haberlo sido. ¿Ve cómo se cocina la historia? No es en los diarios o en la tele... En aquel entonces lo de Mizrahi hasta sirvió para poner divorcio en el único lugar que faltaba por esta zona. Ahora, diez años después, lo mismo dicho por el mismo tipo se transformó en una novedad y en todo un tema para que por lo menos los parlanchines radieros o los plumíferos hagan de eso un avance de la civilización y el derecho, y así machacar sobre lo que ya está machacado y remachado. ¿Ve? Hay que mirar las cosas con atención..., porque si no usted va a estar mirando mal y...

- Pero, déjese de joder, hombre...: el problema ahora es NK, y CFK, y AF x 2, y CF y los demás guanacos estos, y las oportunidades que se está perdiendo la Argentina, y el mundo que quiere alimentos, y el campo, y el federalismo, y estos tipos que están ahora, y...

- ¿Seguro?

- Pero, por supuesto, viejo...

- ¿Y usted cuánto sabe de todo eso?

- Y, bueno, hombre, hay que informarse, hay que ver qué está pasando...

- Y si es lo que estoy haciendo...




(1). En el trabajo hay una nota a ese párrafo que dice: Se denomina “divorcio remedio”, en términos generales, al que procede por una causal objetiva, referida al quiebre irreparable del vínculo conyugal, sin indagar en las razo nes o culpas personales de los cónyuges. Tradicionalmente la separación de hecho por un número determinado de años hace presumir este quiebre o ruptura definitiva de los cónyuges. El “divorcio sanción” es aquel en que éste es admitido como sanción al cónyuge que ha incurrido en conductas reprochables, muchas veces establecidas taxativamente por el legislador. Se sigue aquí la lógica de que todo divorcio comporta la existencia de una falta, de un actuar culpable. Ambos tipos de divorcio, en sus versiones más puras, suponen concepciones muy distintas sobre el matrimonio y el divorcio.