lunes, 7 de mayo de 2007

In vino veritas

No sé cómo llegué.

Pero, mientras leía, me acordé de varias cosas.

De varios asuntos graves y simpáticos.

De la noche y del frío. De un conocido que va a una cosa que llaman club de cigarros a sentarse a fumar puros y a hablar de cigarros. Del vino y las mujeres. De otro conocido que no soporta comer en bodegones. De los bares-restó y del siglo XXI. De los libros de autoayuda y las calles de la City a la nochecita. De las ciudades y el mate. Del aburrimiento de los empleos de oficina y de los canapés de puerro tostado con sushi y crema de roquefort. De la amistad y el fuego. De la revolución de papel y del after hour-office. De las cosas de plástico y de la moral de circunstancias. De los blogs y la soja. De los almanaques de Molina Campos de la calle Florida y de la Pastoral Social. De los borrachos del tablón y las uniones civiles. De la música celta y la democracia.

En fin. De veras millares de cosas.

Incluso, casi al final final de todo eso y semejante recorrido, me acordé de por qué, alguna vez, muy al principio de todo, resolví no 'habilitar' los comentarios.