viernes, 18 de abril de 2008

Nieves de estos humos

Mi pueblo no es de niebla duradera, como en Londres. Mucho menos de humo como Calcuta, México o Los Ángeles. Ni muchísimo menos de nieve, como en Alto Río Senguer u Oslo.

¡Pero en estas fotos mi pueblo tirita de nieve y se ahoga en humo!

Entonces, fácil: esto no es mi pueblo, qué tanto...

Pero.

¿Y si resultara que, con todo y nieve y humo, fuera mi pueblo, nomás?

Entonces tal vez habrá que mirar de nuevo y ver qué se ve detrás del humo y qué hay debajo de la nieve.

Como puede pasarle a uno en esto y en aquello, en cosas que no fueran ni el pueblo bañado de humo ni envuelto de nieve.

Puede pasarle a uno que, porque no ve lo que esperaba ver al mirar, o porque no ve ahora lo que veía cuando miraba antes, o porque simplemente no mira y entonces no ve, se le hace que no está lo que está, o que es tan distinto lo que hay a la vista, y tanto que es como si fuera otra cosa.

Y, sin embargo, allí está.

Y es la misma cosa. Tal vez distinta o inusual. Pero la misma.

Sí, yo entiendo.

No sé por qué se me ocurre que acá mismo, a partir de este mismo renglón, tendría que haber un discurso sobre Cristina y la responsabilidad de los obispos y las escuelas sin gas ni luz y los monos sagrados del Vaticano y los terratenientes de la 4x4 y el turismo gay friendly y los aprietes de Moreno y el aborto... y más y más parvas de cosas de la política de la polis y de la política del cosmos y de la redistribución del ingreso o de las reglas claras de juego capitalista y los abusos sexuales de los curas y las piñas de D'Elía y el fin del mundo y el reciclaje del papel y la bolsa de Tokio y los que se mueren de hambre y la telebasura y los que matan de hambre. Y otrosí sobre el decálogo de la Tierra y los sabios de Sión y el calentamiento del planeta y los negociados de Kirchner y si los precon con motu y papa o si los postcon sin papa y con curas casados y Greenpeace y Zapatero y el Protocolo de Kyoto y la guerra de Irak y los baches de Macri y la corriente de la Niña o la del Niño y los países industrializados y los derechos humanos y salven al zorro pampeano y la Iglesia del pasado, la del presente y la del futuro y la opresión del norte al sur y la persecución en China y el petróleo de Chávez o el de Putin...

Claro.

¿Tendría? ¿Y por qué tendría que haber?

Podría haber, si acaso. Y no sé hasta dónde.

Después de todo, si aceptara el diktat del tendría que haber, podría pasarme un día que solamente reconociera a mi pueblo cuando no está bañado de nieve o enterrado en humo.

Y si no, no.

Será más lindo verlo nevado, pero será más frío. Será más incómodo e insalubre apenas distinguirlo entre el humo, pero no deja de ser sugerente.

Más claro, más oscuro. Nevado o ahumado.

Pero ese pueblo es el pueblo.