miércoles, 6 de diciembre de 2006

Los guerreros del arco iris


Con la sorpresa intacta, los chicos -esta vez más dispersos- volvieron al arco iris.

Adelgazan los días de colegio. Es gracioso cómo se dejan la 'ropa de trabajo', todavía mucho después de haber llegado de sus clases y cosas. Como una especie de displicencia: 'me dejo la ropa del cole porque se me da la gana...', parece que guapearan. Claro: mañana es el último día. Así no vale.

Y en el cielo, otra vez, los bronces y los cobres de tardes raras de soles raros, lluvias rápidas, cielos flamígeros, nubes bajas, vientos fuertes.

Y el arco iris. Más completo ahora, más nítido y más grande a la vista. Del sudeste al noreste, burlando la sombra del ciprés.

Otra vez me volví a la frase aquella de Albert Camus sobre la miseria y el sol. Porque sí. Porque tenía razones Sartre al despreciar a Camus. Había cometido el pecado de tener al sol en la lista de las cosas de la historia del hombre en este mundo, pero más allá de la historia. Podría haberse quedado solamente con la miseria. Pero, no: el muy tonto tuvo que incluir el sol. Para qué le sirve a la historia el sol, el arco iris. Salvo para los 'verdes' de Danielito Cohn Bendit, salvo para usar a las ballenas de rehenes de la historia.

Tiene razón Camus. Y también Sartre.

Están diciendo lo mismo de distinto modo. O todo lo contrario.

Camus dice que el arco iris es para el hombre. Sartre también (Danielito no se me ocurre qué podría decir...) Porque para Camus parece que hay algo más que historia y la miseria de la historia y, lo que hay, le habla al hombre de eso mismo: el arco iris, por ejemplo (algo que el hombre puede saber, después de todo, porque él -que lo está diciendo- es un hombre); y para Sartre todo lo que hay es para el hombre, porque sin hombre no hay nada (y aun diría que fuera del hombre no hay nada...)

Un guerrero del arco iris, bien podría ser uno que, como en los versos de Chesterton, tuviera que batirse porque el verde de las hojas es verde. Y los colores del arco iris son del arco iris.

Hay quienes piensan y sienten que todas las cosas son utilizables. Aun las más sagradas y santas. Algunos hasta dieron toda la vuelta al valor simbólico de las cosas. No es que no defiendan el símbolo, al contrario. Incluso saben -oscuramente al menos- que las cosas son algo y al mismo tiempo son símbolos. Y les gusta que sea así y están de acuerdo. Parecería que tienen la doctrina correcta, aunque aun eso habría que palpar de armas... Porque eso, sin embargo, no les impide usar las cosas -sagradas o no- como armas y arietes. Y no por su valor simbólico y místico, menos por su valor intrínseco, sino porque son buenas como armas.

Es verdad. Casi todos, allí, resultan términos equívocos: historia, sol, miseria, hombre.

Y arco iris, también.

Los chicos no saben estas cosas. Saben otras. Mejores.

Por ejemplo, ven un arco iris cuando ven un arco iris, como Camus cuando, de chico, en las playas mediterráneas de Argelia, veía el sol.