martes, 21 de noviembre de 2006

Julia Flyte

Charles Ryder -en medio de un capítulo dedicado completamente a ella- recuerda el relato de Julia Flyte sobre su fallido matrimonio con Rex Mottram, una conversación de casi todo un día, a los bandazos a bordo del barco que los lleva de América a Inglaterra. Bandazos del barco sobre el mar y de las vidas sobre el mundo.

Una escena memorable en Retorno a Brideshead, sin duda de las que más me gusta de la novela.

Un fragmento apenas para mostrar cuántos temas hay en pocas líneas y cuántas líneas se cruzan en un solo tema.
Fue una boda muy, muy impopular ¿sabes? Todo el mundo simpatizaba con mamá, como siempre, aunque eso no le sirviera de nada. Durante toda su vida mamá ha despertado la simpatía de todos, menos de aquellos a quienes ama. Todo el mundo decía que yo me había portado de una manera abominable con ella. Total, que el pobre Rex descubrió que se había casado con una paria, exactamente lo contrario de lo que se había propuesto.

Así que, ya ves, desde el mismo principio las cosas no empezaron con buena estrella. Empezamos con un mal de ojo pesando sobre nuestras cabezas. Pero yo seguía loca por Rex.

-Cuesta creerlo, ¿verdad?

-El padre Mowbray acertó en seguida con respecto a Rex; a mí me costó un año de matrimonio comprenderlo. Pura y simplemente le faltaba algo. No era en absoluto un ser humano completo sino un trocito de ser humano, que se había desarrollado de una manera extraña, poco natural; como dentro de una botella, como un órgano mantenido vivo en un laboratorio. Yo creía que era algo así como un salvaje bueno pero me equivoqué; era algo absolutamente moderno y al día, que sólo esta época espantosa podía producir. Un trocito muy pequeño de hombre que juega a ser un hombre entero.

Bueno, todo eso ha terminado.


Me contó todo esto diez años más tarde, durante una tempestad en medio del Atlántico.

Está en el capítulo segundo del libro segundo.