sábado, 13 de mayo de 2006

Reformas

Una cosa me recordó otra.

La clave de la comprensión cristiana de los estudios, es que la esencia de la plegaria es la atención. Es la orientación hacia Dios de toda la atención de que es capaz el alma. De la calidad de la atención depende en gran parte la calidad de la plegaria. La efusividad del corazón no puede suplirla.

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Los ejercicios escolares desarrollan, por supuesto, una parte menos elevada de la atención. No obstante, son plenamente eficaces para acrecentar el poder de atención que estará disponible en el momento de la plegaria, a condición de que se los ejecute con este fin y sólo con este fin.

Aunque hoy aparentemente se lo ignora, la formación de la facultad de atención es el verdadero fin y casi el único interés de los estudios. La mayor parte de los ejercicios escolares tienen además cierto interés intrínseco, pero se trata de un interés secundario. Todos los ejercicios que se basan en el poder de atención son interesantes con el mismo derecho y casi igualmente.

Los alumnos de liceo y los estudiantes que aman a Dios no deberían decir jamás: "amo las matemáticas, el francés o el griego". Deben aprender a querer todo eso porque acrecienta la atención que, orientada hacia Dios, es la sustancia misma de la plegaria.

No tener don o gusto natural por la geometría no impide que la investigación de un problema o el estudio de una demostración desarrollen la atención. Es casi lo contrario.

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Si se busca con verdadera atención la solución de un problema geométrico, y si, al cabo de una hora, no se ha avanzado más que al comienzo, no obstante se ha avanzado, durante cada minuto de esta hora, en otra dimensión más misteriosa. Sin que se sienta ni sepa, este esfuerzo aparentemente estéril y sin frutos ha llevado luz al alma. El fruto aparecerá un día, más tarde, durante la oración. Reaparecerá también sin duda, por añadidura, en cualquier sector de la inteligencia, quizá completamente extraño a las matemáticas. Un día quizá aquel que realizó ese esfuerzo ineficaz será capaz de captar mejor, por ese esfuerzo, la belleza de un versos de Racine. Pero que el fruto de ese esfuerzo deba encontrarse de nuevo en la plegaria es cierto, sin duda alguna.

Simone Weil, Reflexiones sobre el buen uso de los estudios escolares para el amor de Dios.